29-03-2024 04:56:51 AM

Confianza y retórica presidencial

Por Valentín Varillas

El presidente López Obrador es un auténtico mago en términos de generar falsas polémicas y fijar los temas de la agenda pública.

En la mayoría de los casos, éstos se centran en lo anecdótico y funcionan como efectivos distractores de asuntos fundamentales, vitales para el país y que no han caminado como deberían en el primer año de gobierno de la 4T.

Frases, dichos, ocurrencias o auténticas aberraciones, son enviados sistemáticamente en el discurso presidencial como misiles que impactan en la línea de flotación de sus opositores, quienes gastan tiempo, dinero y esfuerzo en denostar la forma y no el fondo de este nuevo régimen.

De esta manera, se olvidan rápidamente cuestiones como el rotundo fracaso en la estrategia de combate a la delincuencia, el nulo crecimiento de la economía o el desastroso inicio del Instituto de Salud Pública.

Las consecuencias de las fallas y omisiones en estos puntos prioritarios de la agenda nacional han impactado negativamente la vida de millones de mexicanos.

Poco tiempo persiste el análisis y posterior debate serio, propositivo de estos temas, ya sea en redes sociales o medios formales de comunicación.

Invariablemente aparecerá un nuevo dislate, chiste o frase, que terminará opacando lo anterior.

Y el presidente, feliz, feliz.

Sus bonos crecen, el blindaje persiste; un auténtico genio de la comunicación política.

Sin embargo, en términos reales, existe una consecuencia que va más allá del  beneficio que esta estrategia tiene para la figura presidencial.

Lo superfluo tiene repercusiones mediáticas fuera de nuestro país.

Medios internacionales dan puntual seguimiento al discurso presidencial, lo reproducen de manera textual sin tener contexto, sin entender la idiosincrasia del mexicano y sin conocer a fondo la personalidad de Andrés Manuel López Obrador.

Esta realidad, sin duda, lo deja mal parado en términos de lo que en otros lares se piensa de quien hoy lleva las riendas del país, minando la confianza de gobiernos y potenciales inversionistas extranjeros.

El tema de la rifa del avión presidencial, por ejemplo.

En el país, tan desafortunada frase no pasó de ser una “puntada” más de las muchas que sazonan la actual retórica oficial.

¿Qué habrán pensado de lo anterior, los socios y miembros de  empresas o corporativos internacionales que buscan ampliar sus horizontes teniendo a México como potencial destino para invertir?

El escuchar semejante despropósito de quien hoy lleva la investidura presidencial, podría influir directamente en su proceso de toma de decisiones.

Y no necesariamente para bien.

Si usted fuera ellos ¿qué pensaría?

No es difícil que pudieran concluir que, si bajo esta logística se dictan las políticas públicas en materia económica, política o social en México, más les valdría buscar otros horizontes menos turbulentos.

 

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