Por Jesús Manuel Hernández
Pese a privilegiar funcionarios con 90 por ciento de honradez y 10 por ciento de experiencia; pese a no haber tenido crecimiento en la economía y haber descalificado a las calificadoras internacionales; pese a la cancelación de obras públicas como el NAIM, o de haber enfrentado a los empresarios más ricos e influyentes del país.
Pese a haber cuestionado la objetividad de columnistas, reporteros y empresarios de la comunicación, y de haber dividido opiniones con calificativos peyorativos como llamarles “fifís” a quienes no coinciden con él.
Pese a no haber podido bajar el índice de la delincuencia nacional, que comparada con el último año de Peña Nieto fue superior, en 2018 hubo 28 mil 125 homicidios dolosos, en el actual régimen de la 4T la cifra era hasta el último día de noviembre de 28 mil 741.
Pese a haber prometido un crecimiento del 4 por ciento en la economía, y llegar a recesión técnica.
Pese a haber combatido el huachicol y el huachigas, creado la Guardia Nacional, puesto en valor a los Pueblos Originarios y reabriendo heridas históricas de la Nueva España.
Pese a eso y a sus detractores usuales, el presidente López Obrador llega a su primer año de gobierno con resultados más que aprobatorios.
Dos fuentes significativas resumen así el año de gobierno. El diario Reforma, criticado por el presidente en varias de sus conferencias mañaneras, señaló este domingo que la aceptación ha ido del 78 al 68 por ciento en nueve meses, mientras que la desaprobación ha crecido del 18 al 31 por ciento.
#AMLOTrackingPool de El Economista resume las cifras así: En 7 meses la aprobación del presidente ha ido del 62.4 al 57.7 por ciento.
En ambos casos la aceptación es notable e incuestionable.
Y es que mientras existan pobres, seguirá la aceptación, y mientras los miembros de la clase media vayan perdiendo poder adquisitivo, crecerá la desaprobación.
Un año de luces y sombras dicen los expertos y entre ellos mismos debaten si han existido más luces o más sombras. Y en este caso, ni mandado a hacer el refrán: “todo es según del color del cristal con el que se mira”.
O por lo menos, así me lo parece.