Por Jesús Manuel Hernández
Aunque la votación esperada este día no será histórica, los resultados que se obtengan sí serán un vector importante en el cambio de la historia de Puebla.
Los poblanos hoy acudimos a las urnas a emitir nuestro voto en un escenario marcado entre volver al pasado, ser parte de la continuidad o animarnos a rectificar y poner en valor la elección del año pasado. A muchos no se nos olvidan las escenas de robo de urnas, balaceras, la camioneta de la Fiscalía y los engorrosos asuntos del hotel M&M.
La guerra sucia se ha dado sin cuartel, las denuncias por violaciones han aparecido y seguramente seguirán apareciendo en los siguientes días pues hay quien le sigue apostando a judicializar un evento que debiera dar muestras de rectificación profunda de los hechos.
Un último mensaje para reconciliar ha sido enviado a los electores, la expulsión de Héctor Alonso Granados, rodeado de una historia donde los asuntos de relaciones con mujeres en actividad política ha sido una constante.
Pero los tiempos han cambiado, y hoy no se puede jugar, especular, con un lenguaje que demuestre violencia de género.
La expresión del diputado puso los reflectores nacionales sobre MORENA Puebla, con un alto contenido de violencia verbal comparado a los dichos de Mario Marín en el pasado.
No hubo nadie que lo defendiera. Así, que bien hizo Gabriel Biestro en pedir su salida de la bancada de MORENA.
En el pasado los políticos tenían por norma usar esos viejos refranes, como “En boca cerrada no entran moscas”, “Antes de hablar conecte la lengua con el cerebro”.
Pero a Héctor Alonso Granados deseoso de los reflectores, apuntado a todo aquello que genere polémica y rating, le ha salido el tiro por la culata.
Pues como bien decían los viejos: “El hombre es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras”.
O por lo menos, así me lo parece.