Por Jesús Manuel Hernández
Cuatro aspirantes a la candidatura del PRI para gobernar Puebla parecen estar jugando a sumar el cero, cuatro veces, con un resultado fácil de adivinar.
Si el uno ha venido sumando toda su vida “hasta donde dé” sin obtener resultados, su valor en la ecuación corresponde al 0.
Si el otro ha recibido únicamente el beneficio de las ganancias económicas por ser parte del juego político de sus empleadores, su peso en asuntos de grupos políticos no vale nada, es un cero a la izquierda.
El tercero fue llamado porque alguien debe parecer solvente, por aquello de tener con qué apostar, pero su pasado inmediato no le ayuda, llegó a la política por dinero y sólo eso lo sostiene, pero de peso político, nada, cero.
Y si el cuarto recibió “bola ensalivada” en la convocatoria para servir de factótum para levantar la mano del “ganador”, pues su peso también es de cero y su papel desde hace mucho tiempo ha sido llenar la escenografía.
Así el escenario, los cuatro alegres compadres dejaron fuera del acuerdo a Enrique Doger en una clarísima maniobra inspirada en el pasado, donde la única mano visible es aquella que no puede ni debe aparecer, pues tan sólo pronunciar su nombre atrae fantasmas, levanta polvos de viejos lodos y amenaza con hacerse película.
Qué triste papel el del PRI en Puebla, tan lejos de Dios y tan cerca del pasado que lo compromete.
O por lo menos, así me lo parece.
