Por Valentín Varillas
El embate en contra de marinistas corruptos en el pasado sexenio, fue –por decir lo menos- convenenciero.
Mientras miles de trabajadores al servicio del estado fueron despedidos fulminantemente por supuestamente responder a los intereses del ex gobernador, a quienes de verdad sacaron un beneficio personal del cargo se les premió no sólo con la permanencia en el cargo, sino con sonados ascensos.
Así lo confirma la interesante investigación publicada por e-consulta, sobre la red de pagos fantasma de sueldos en la Secretaría de Finanzas y Administración, operada, entre otros, por Juan Alvarado Morfín, quien ya tenía una larga cola de actos de corrupción, cometidos en el sexenio de Mario Marín y tolerados por Rafael Moreno Valle y su grupo.
En este mismo espacio, a principios de 2011, le platiqué una interesante historia sobre este personaje, quien escaló en el organigrama morenovallista hasta alcanzar la Dirección de Recursos Humanos en la extinta Secretaría de Administración que encabezaba José Cabalán Macari Álvaro.
Alvarado Morfín fungió como subdirector de Recursos Humanos de la Secretaría de Finanzas en el sexenio de Marín, en donde fue uno de los más cercanos colaboradores y protegidos de Jorge Mendoza Velarde, quien era subsecretario de Administración de la dependencia.
“Juanito”, como cariñosamente le llaman, era, por si fuera poco, amiguísimo de Roberto Marín Torres, hermano del ex gobernador del estado y también del ex candidato del PRI a la gubernatura, Javier López Zavala, a quien ayudó en su campaña con parte de la logística financiera.
Juanito se volvió famoso durante el marinismo, no por su eficiencia, capacidad o inteligencia como servidor público, sino porque se encargaba de toda la logística operativa y financiera para mantener un carísimo equipo de futbol, que participaba en la liga interdependencias y en donde Roberto Marín era el jefe de jefes.
Sobra decir que la impresionante oncena, en la que jugaban brasileños, argentinos y uruguayos, era financiada con recursos del erario.
Operaban de la siguiente manera:
Los jugadores eran registrados como trabajadores de la Secretaría de Finanzas, con plaza y toda la cosa, pero como los sueldos de acuerdo al tabulador resultaban “modestos”, de acuerdo con el dinero prometido por el hermano del gobernador, el resto de los salarios eran pagados por el siempre ambiguo y casi nunca transparente esquema de “compensaciones”.
De esta manera, llegaban a cobrar hasta tres veces más de lo que valía el supuesto cargo que desempeñaban en la Secretaría de Finanzas.
Por ejemplo, mientras Alvarado Morfín recibía por concepto de sueldo poco más de 8 mil pesos mensuales, por compensaciones se embolsaba cerca de 35 mil pesos más.
Nada mal para cascarear los fines de semana, ¿no?
En la misma situación se encontraban el jefe directo de Alvarado, Antonio Arellano Zazueta, director de Recursos Humanos, que por sueldo ganaba 14 mil pesos y por compensaciones, cerca de 45 mil adicionales.
El brasileño Mauricio López era “analista” de Finanzas, cobraba 12 mil pesos de sueldo y le daban 8 mil más por jugar fútbol.
Y así, en la misma situación, estaban personajes como Miguel Poncet y Oscar Cano.
¡Qué chulada!
Sobra decir que este auténtico trabuco, fue campeón año con año del torneo interdependencias que lambisconamente se llamaba “Mario Marín Torres”.
¿Cómo la ve?
¿Cómo llamarle al desvío de recursos públicos para fines particulares y al sostenimiento de una estructura de aviadores que no trabajaban realmente en la burocracia estatal y a los que sólo se les pagaba por jugar fútbol?
Corrupción.
El morenovallismo lo supo, tuvo pruebas fehacientes de lo anterior y nada hizo al respecto.
Lejos de ser despedido, navegó sin problemas, todo el sexenio pasado, en las tranquilas aguas de la corrupción.
¿Cometerá el mismo error Gali?