28-03-2024 03:07:23 PM

Entre lo posible y lo deseable

Por Jesús Manuel Hernández

Casi siempre cada 1º de febrero de cada seis años sucede lo mismo. Dos entran por la puerta grande y sólo uno sale por ella. Y con ello se recicla el poder.

No todos lo han conseguido, algunos vieron frustrado su acto de entrega, los generales Rafael Moreno Valle y Antonio Nava Castillo entre ellos.

Algunos han salido para permanecer prácticamente en el anonimato, otros a gozar de la fortuna, algunos más a buscar la candidatura presidencial.

Entre estos últimos, Guillermo Jiménez Morales, Manuel Bartlett Díaz y quien desde hoy es uno más en la lista de los exgobernadores, el nieto del general.

Los reflectores están ahora sobre el nuevo gobernador y su gabinete. De Antonio Gali se espera un nuevo estilo, más cercano a los poblanos, finalmente él, no quiere ser presidente, él quiere que sus hijos hagan carrera en Puebla, se quedarán a vivir en Puebla, seguirán frecuentando las mesas y las casas de los poblanos; el otro, el que se va, no se sabe a ciencia cierta si tenga algún interés por vivir en Puebla.

El gabinete anunciado el domingo es una muestra fiel de lo que sucede en el traspaso de gobierno. Gali no puede, ni debe, romper con su antecesor, hay muchas fisuras, muchas grietas que necesitan resanes, algunos muros aparentes que pueden soltarse fácilmente, algunos caminos que no aguantarán el primer aguacero del año y ciertos hospitales que no soportarán el análisis de la nueva secretaria Arely Sánchez Negrete, tal vez el nombramiento más importante para el estilo de gobernar de Gali, la necesita ahí, donde las cuentas no están muy claras y desde donde se pueden apretar tuercas al líder legislativo más leal al que se va.

La repetición de Diódoro Carrasco no es extraña, aunque no es poblano, tiene méritos y tacto para los enlaces con los asuntos nacionales de partido y de operación; pero no estará sólo en esta tarea, los verdaderos operadores seguirán a sotto voce.

Las posiciones de Rodrigo Riestra y Roberto Trawitz eran las más esperadas repeticiones, el primero por la cercanía con la familia y con Luis Maldonado y el segundo porque la verdad lo ha hecho bien.

Patricia Vázquez del Mercado fue consensada en el sector, curiosamente todos los rectores de las universidades privadas la avalaron.

Digamos que el gabinete está dividido en cuatro grupos y ha sido resultado de una premisa insalvable elegir entre lo deseable y lo posible. Los cercanos al gobernador, Raúl Sánchez Kobashi, Rafael Ruíz Cordero, Michel Chaín, Arely Sánchez Negrete, María del Carmen Leyva, entre quienes más responsabilidades tienen.

Otro grupo está integrado por los que fungirán como puente de plata con el gobierno que se va, Diódoro Carrasco, Javier Lozano, Jorge Benito Cruz, Roberto Trewartha.

Uno más lo integran los que acaban de amarrar los nudos con la reducida clase política del priísmo cooptado, Jesús y Fernando Morales. El primero, preparado para el cargo y promovido por su padre, estará custodiado por tres o cuatro personajes, militares todos, alguno especialista en inteligencia y otro más en temas de seguridad pública, encabezado por el general Alejandro Benjamín Meneses Cervantes.

Y un último grupo donde aparecen los técnicos y especialistas en la función pública.

Dos asuntos me parece que deben observarse, el trato que reciban Jorge Aguilar Chedraui y Pablo Rodríguez Regordosa, y el cuidado que se dará a Javier Lozano Alarcón.

El estilo de gobernar de Gali no puede ser igual a su antecesor, deberá mejorar la percepción pública del interés social, deberá dar más importancia a los asuntos del estado y no sólo de la ciudad.

Hasta ahora ha mantenido reuniones privadas de acercamiento con los grupos no contemplados en el anterior gobierno, la discreción ha sido una herramienta que ha dado buenos resultados, basta saber si el celo del morenovallismo no da al traste a los principios de acuerdos para generar gobernabilidad.

Temas candentes siguen siendo los presos políticos, la participación de las comunidades de base en temas de la tierra, el agua, las mineras, etcétera; el desprecio por los panistas tradicionales, y por los críticos sea periodísticos o técnicos como el caso del doctor Enrique Cárdenas y sus seguidores.

Sin duda alguna, los poblanos esperan un cambio de trato, un gobernador que no los desprecie, que no los persiga, que no les vete, que sepa tensar los hilos y no dejarse llevar por ellos; pero principalmente esperamos honradez, transparencia y freno a los excesos.

O por lo menos así me lo parece.

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