Por: Jesús Manuel Hernández
El año pasado el proceso electoral en Puebla fue objeto de un experimento; dentro de las diversas corrientes de los partidos se dio aceptación a un “antimorenovallismo”, se dejó, de alguna manera, la opción a los electores de votar por quién quisieran, siempre y cuando no fueran los candidatos oficiales.
Los casos de Ángel Trawitz y Xabier Albizuri Morett se unieron a otros para dejar al morenovallismo con 9 derrotas; la capital se dividió. Los panistas no votaron por la línea oficial y pese a los esfuerzos de operación electoral, el descalabro para el gobernador fue notable.
Un año después se presume a diestra y siniestra que la corriente oficial ha cooptado a los “Morales”, así se les llama coloquialmente, y se refieren a Fernando, hijo del exgobernador, y Jesús, primogénito del Morales ex líder de la CNC. Ambos, dicen, constituyen un bloque importante en la operación electoral de Serdán y Tepeaca.
Ambos, curiosamente fueron también operadores el año pasado. Alguno de ellos incluso apostaría que el resultado final sería 12-4 para Moreno Valle, y horas antes los momios habían bajado a 9-7. Y así fue, pero al revés, con la minoría para el morenovallismo. Solo Serdán se ganó, Tepeaca sufrió derrota.
La experiencia hizo pensar mucho al inquilino de Casa Puebla. Si bien no fue un referéndum de su gobierno si fue una piedra que le restó presencia en el orden nacional, dejó de ser el gobernador que daba todos los triunfos al PAN o a la alianza que se propusiera.
Cuentan quienes vivieron las reflexiones que el gobernador trasladó el escenario a la elección de este año y que puso énfasis en mantener bien “aceitada” la maquinaria que operaría este 5 de Junio. Y por lo visto ha seguido pendiente de la tarea y un distrito importante en el juego es Tepeaca, donde la operación de “Chucho”, el padre, Morales, ha sido famosa, hasta exitosa en el pasado. Tal vez por ello las entusiastas declaraciones de su hijo sobre aquello de que fue traicionado por el PRI, partido que por cierto le permitió tener prácticamente todo lo que hoy tiene.
Del otro lado, y no precisamente del changarro de enfrente, sino del panismo tradicional, también se ha seguido trabajando, se ha continuado con la instrucción de votar por quien quieran, menos por el candidato oficial, un asunto que ya es perceptible y que no acaba de reflejarse en las encuestas.
Y si bien los votos que pudiera jalar Ana Teresa Aranda siguen volando, difícilmente caerán en la cancha del PRI, es más fácil que se vayan al PRD e incluso a MORENA, pero no al morenovallismo.
Tal vez por ello, los Morales se vean en la penosa necesidad de mantener dos velas encendidas. Una del lado de la tradición familiar y la otra en la aventura del futuro donde alguno de los Morales tendría cabida en el corto plazo.
Obvio es que el ex gobernador no aspira a ningún cargo, pero Chucho Morales sigue pensando que la mejor manera de vivir es sobre los hombros de los demás.
O por lo menos así me lo parece.