Por: Jesús Manuel Hernández
Los registros y repercusiones de los dos principales actores de la sucesión gubernamental en Puebla dejan entrever que los aspectos del branding y el marketing concentrarán los puntos finos de las campañas y en consecuencia sus resultados.
Si bien para los expertos ambos arrancan en un empate técnico, los errores de uno y otro se vuelven inmediatamente en contra.
Alcalá cometió un error, tal vez no bien calculado, volver a la marca del viejo priísmo, mezclado con el nuevo; para su desgracia la figura del ex gobernador Marín, tuvo efectos negativos en redes sociales de la mano de una de sus principales críticas, Lydia Cacho quien no ha quitado nunca el dedo de la acción de la que fue presa.
Pero al mismo tiempo Alcalá demostró que hay estructura en su partido, y ahí el exgobernador lleva mano.
Cualquiera hubiera preguntado si era conveniente aparecer en esa foto y cuánto habría de pagarse en imagen social y caldo de cultivo para la crítica de su opositor quien por demás está decir, vuelve a usar la misma marca de su protector.
Es decir, Gali rechaza volver a la política del pasado, a los grupos que dejaron la impronta de haber perdido el orgullo de la poblanidad, aunque ese “orgullo” nunca ha estado presente en este gobierno, en sus compañeros de gabinete, menos del gobernador.
Algunos esperaban una campaña alejada de la confrontación, hubo quien apostó a que esa fue la verdadera razón de la llegada de Alcalá, una especie de embajadora de buena voluntad para llevar la fiesta en paz.
Pero los errores se pagan muy rápido. Los viejos políticos decían “dos cochinos no se huelen…”. Y los embajadores de Gali han sabido aprovechar el error potenciado por el tuit de Cacho.
Aún así, el impacto de los mensajes ha sido exclusivamente en el llamado “círculo rojo”, poca repercusión entre los electores que definirán la campaña. Los seguidores del morenovallismo son los antimarinistas y obvio es que algunos de los seguidores de Blanca Alcalá busquen venganza de la persecución del morenovallismo.
Por desgracia se queda en el camino la médula de los mensajes de ambos contendientes.
Alcalá ve a dos entidades, la que viaja en helicóptero y la que anda a pie. Ve un estado hipotecado, ve deudas, ve obras sin fundamento y grupos de beneficiados, no poblanos por cierto… Gali en cambio ve a una Puebla que no quiere regresar al pasado y continuar con el proyecto morenovallista.
Simplemente se observa a quienes quieren conservar el privilegio y el placer del poder contra quienes lo han perdido y quisieran recuperarlo.
Dos estilos y objetivos diferentes, el de ella horizontal, el de él vertical y cargando el rechazo al gobernador.
Con debilidades ambos y con fortalezas.
O por lo menos así me lo parece.