Por: Jesús Manuel Hernández
Ha habido muchas manifestaciones en el centro de Puebla, las calles Reforma y Palafox y Mendoza han sido tomadas en repetidas ocasiones por diversos contingentes, lo mismo la 28 de Octubre, Antorcha Campesina, estudiantes de derecha y de izquierda, partidos políticos, sindicatos, taxistas, campesinos y hasta el subcomandante Marcos.
Pero ayer chiquillos de secundaria de las escuelas técnicas del interior del estado de Puebla y del municipio de la capital, salieron a las calles a manifestarse de una manera diferente, desfilaron como si se tratara de la parada cívico militar del 5 de Mayo.
Trajeron sus bandas de música, las chiquillas sus aros y panderetas para hacer los movimientos de un desfile con toda la gracia que le caracteriza a las mujeres poblanas; decidieron salir a la calle porque no tienen donde estudiar, así lo gritaron a voz en cuello frente al Palacio Municipal.
“Tomamos hoy las calles dejamos las aulas porque no tenemos dónde estudiar”, así lo decía el orador y líder de la marcha del “Frente Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez”.
No es común ver a los chiquillos, adolescentes, aún no tienen edad de votar, están en la secundaria, acudir a una marcha de este tipo en Puebla.
Hasta dónde puede llegar esta circunstancia en una entidad que se gasta millones de pesos en la diversión y el boato de la imagen gubernamental y que contrastó en las calles donde los chiquillos portaron pancartas en cartulina con leyendas alusivas a que no tienen aulas donde estudiar.
Este es un asunto que evidentemente no provoca la felicidad del pueblo y también significa un episodio más de que el poder absoluto de los gobernantes no existe es efímero, se mantiene mientras hay acuerdos y se necesitan los unos a los otros.
La marcha de este martes 6 de Octubre es un adelanto de lo que seguramente vendrá a lo largo de los siguientes meses.
Un reclamo de aulas donde no sólo se aludió a la Secretaría de Educación Pública, donde fue titular Luis Maldonado Venegas, sino a Mario Rincón, el Secretario de Gobernación Municipal, ese que cual chapulín ha brincado de un cargo a otro en aras de convertirse en ejemplo de vida del morenovallismo.
O por lo menos así me lo ha parecido.