29-11-2024 07:10:04 PM

La danza de las alianzas

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Además, ahora busca que Nueva Alianza (ese brazo magisterial que se separó del cuerpo del partidazo) vuelva a formar parte de su equipo aliancista. La función de los verdes no es ganar, sino afectar a otras fuerzas políticas. Los verdes (el Niño y el Partido) aspiran a servir al PRI. Su alianza es clara en términos electorales y nula en términos de gobierno porque el Verde ayuda en la elección, pero no es compañero en el gobierno. Se trata de una alianza que termina retribuyéndose con contratos, permisos o concesiones, pero que no otorga paridad entre los integrantes de la alianza después de la elección.

Por otra parte, las diligencias del PAN y del PRD aspiran a formar una alianza para enfrentar al PRI en las próximas elecciones. Ya lo hicieron en el pasado para lograr triunfos históricos en Oaxaca y Puebla y piensan que pueden unirse en 2018 para derrotar al PRI. Este discurso aliancista contra el partidazo no es nuevo: se ha repetido desde la elección 2000. Dieciocho años después, no deja de llamar la atención que la consigna sea nuevamente derrotar al partido en el poder, cuando en realidad lo que se necesita no es solo que el PRI salga de Los Pinos –ya estuvo fuera doce años–, sino que también se destierren la cultura de corrupción y la falta de transparencia en el gobierno. La alianza PAN-PRD no aspira más que a derrotar al PRI porque lo dispar de su agenda legislativa y de gobierno, condicionada por el espectro ideológico en que se mueven, complica demasiado una alianza más allá de lo electoral.

Lo raro es que Morena, el partido que necesitaría más alianzas para lograr triunfos electorales más importantes y para gobernar, no quiere aliarse con otros institutos políticos ni electoralmente ni para gobernar. El discurso por el que rechaza las alianzas es harto peligroso en términos de gobernabilidad. La democracia es un régimen que requiere acuerdos porque es la única manera de legislar y gobernar. El partido de López Obrador debe entender que, después de las elecciones, la población no requiere el discurso de puritanismo de izquierda o de distinción entre la izquierda verdadera y la presunta izquierda. Una vez llegado al poder, gobernar es lo prioritario y excluir a los demás actores políticos es negar que las demás fuerzas políticas también obtuvieron votos y también representan a una parte del electorado. Algunos lo entienden mejor que otros: Monreal habla como gobernante y Batres como dirigente. La postura que se imponga, en último de los casos, definirá a su partido. Una cultura poco aliancista puede condenarlos al puritanismo del discurso y la impracticabilidad del gobierno. Justo lo que el país no necesita.

abajomecinas

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