Sin embargo, los morenovallistas olvidan que las aduanas que separan al gobernador de la carrera presidencial son tres:
La primera aduana es gobernar. Para bien o para mal, a Moreno Valle le queda poco más de año y medio de gobierno. Quienes creen que todo va viento en popa no tienen más que mirarse en el espejo de Chalchihuapan o mirar al gobierno federal con el desastre de Ayotzinapa y laCasa Blanca. El poder desgasta y el gobernador lo sabe. Para aspirar a 2018, Moreno Valle necesita gobernar sin grandes sobresaltos hasta enero de 2017.
La segunda aduana es la elección de 2016. Es la de menos importancia entre las tres, pero es la que se le está complicando por las aspiraciones de miembros de su equipo y porque el ánimo entreguista de la oposición priista puede cambiar si perciben que otros actores (principalmente de izquierda y especialmente López Obrador) siguen creciendo en el Estado. Rafael Moreno Valle ha dejado correr la idea de que todo está decidido a favor de Antonio Gali pero, a últimas fechas y ante la rebelión del alcalde poblano, ha vuelto a mirar a otros miembros de su equipo. Lo cierto es que solo Gali le asegura competitividad en la elección. De parte de la oposición, todo dependerá de la Presidencia de la República y el ánimo de amistad/enemistad con que se llegue a la elección de 2016. No todo está dicho: el pragmatismo del gobernador poblano invita a pensar que si le piden entregar la plaza y eso le reditúa un beneficio claro en sus aspiraciones presidenciales, así lo hará. Perder Puebla también está dentro de los planes del gobernador.
La tercera aduana es el PAN. Hacerse con la candidatura del blanquiazul no será tarea fácil. Moreno Valle es un político hábil que interactúa pragmáticamente con el panismo tradicional. A veces lo castiga, pero también lo ayuda, por la sencilla razón de que Rafael Moreno Valle necesita de ese panismo, sobre todo en el norte del país. Un panismo dividido es una mala noticia para el gobernador poblano.
Por otra parte, los grupos panistas que hoy le dan la mano no necesariamente le apoyarán cuando se elija al candidato a la presidencia. Santiago Creel lo vivió en carne propia: con todos los medios a su favor, el panismo se decantó por una figura aparentemente menos competitiva, pero que logró el consenso del panismo tradicional –Fox no era considerado uno de ellos– y que enarbolaba una bandera que no disgusta a los panistas: la rebelión mesurada. Habrá que ver si Rafael puede liderar un proyecto que “parezca” oposición, lo que en cierto sentido ya deberá ser visto como “rebelión”.
Sobra decir que Moreno Valle tendrá a Gustavo Madero como contrincante y el chihuahuense no es desdeñable. En esa lucha, la presidencia de Peña Nieto jugará un papel importante: una candidatura débil del PAN y una izquierda dividida significa un 2018 de buenos augurios para el PRI. Si Moreno Valle es el candidato “fuerte” dentro del PAN, los dados de Peña Nieto tenderán a beneficiar a Madero.
Al menos por esas tres aduanas deberá transitar Moreno Valle. La promoción tempranera que se lanzó está semana no es nueva: le funcionó a Vicente Fox de cara a la elección del 2000, aunque el escenario político era distinto. Se equivocan quienes piensan que todo está dicho en la contienda panista. Las aduanas cobrarán los peajes correspondientes al gobernador poblano. El 2018 es una fecha muy lejana. Tanto, que un destape tan tempranero parece nerviosismo, que no audacia. El tiempo lo juzgará.
