28-03-2024 10:39:38 AM

Mariano. Estancamiento y destiempo (Primera Parte)

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Nadie podía contradecirlo; las cifras y la percepción social jugaban en contra de Héctor Ortíz, el hombre que dejaba el poder en manos de Mariano. El nuevo mandamás prometía una etapa distinta en la política y la sociedad tlaxcalteca.

Sin embargo, el anuncio de su gabinete generaba más dudas que certezas: era gris y tenía la marca del nuevo PRI, al estar conformado por jóvenes inexpertos y sin mérito, junto con gente mayor sin brillo y ligada a un pasado gris o autoritario. Las dudas se quisieron zanjar apelando a la capacidad de ejecución de sus miembros. Políticamente se trataba de personajes deslucidos y que, salvo un par de excepciones, tendrían una característica: no servirían de filtro al nuevo gobernador. Desde el inicio de su administración, cualquier error y cualquier crítica a la administración de Mariano se convierte en un obús. Si el poder desgasta, en el caso de González Zarur –debido a su gris equipo y a sus discutibles decisiones– el poder también parece lapidar.

Cincuenta y un meses después no hay grandes obras, proyectos, programas, acciones, momentos o políticas que recordar. El orador encendido y lleno de vigor que parecía evocar a un guerrero lleno de rabia y dispuesto a luchar, hoy se muestra como un hidalgo en decadencia sin la sabiduría ni la imaginación del Quijote. Mariano ha pasado del discurso a las acciones y –salvo en ciertos aspectos macroeconómicos– en corrupción, transparencia, seguridad y fortalecimiento institucional siguen existiendo más pendientes que logros.

Si hubiera que sintetizar de manera rápida los últimos cuatro sexenios tlaxcaltecas, habría que decir que Álvarez Lima trajo a Clinton a Tlaxcala (con el simbolismo del caso), Sánchez Anaya trajo las reformas (por buen o mal camino), Héctor trajo las obras (bien o mal hechas) y Mariano trajo el estancamiento. La nada es la propuesta de gobierno en Tlaxcala, lo que contrasta con el ánimo reformista que caracterizó a la administración de Peña Nieto a nivel federal –más allá de las bondades de las reformas–. Ninguna acción del gobierno tlaxcalteca tiene una visión que supere el umbral de enero de 2017, precisamente cuando González Zarur deje el poder.

II

Lo cierto es que los datos económicos favorecen al actual mandatario, aunque no sin los sinsabores propios de una economía que se alimenta de inercias geográficas (principalmente de su cercanía con otros polos económicos).

Tlaxcala ha dejado atrás las altas tasas de desempleo del sexenio de Héctor Ortiz. Del tercer trimestre de 2009 en el que el desempleo rozó el 8%, se ha conseguido que la tasa baje al 4.8% a febrero de este año y la economía tlaxcalteca creció un 5.3% al tercer trimestre de 2014, según datos del INEGI. La economía mejora con el actual mandatario, aunque la percepción ciudadana no lo reconoce como tal.

Más allá de filias y fobias, las cifras oficiales presentan un vaso medio vacío cuando matizan ese crecimiento económico. El logro más importante del marianismo, la disminución de la tasa de desempleo, es opaco si se miran los números pequeños, al ser tres las características de esa cifra:

1.El empleo en Tlaxcala ha crecido, pero solo en la informalidad. La tasa de informalidad laboral es del 72%. Se trata del Estado de la República donde la afiliación de trabajadores al IMSS es la peor en relación al conjunto de los ocupados asalariados. Sólo 1 de cada 4 trabajadores tlaxcaltecas (24%) está afiliado al IMSS. El trabajo informal es el signo de la casa. No es una responsabilidad única del gobierno de González Zarur, pero con él se ha acentuado.

2.Los empleos continúan mal pagados y la tendencia se agudiza. Uno de cada cuatro trabajadores (26%) no recibe salario alguno o no recibe más allá del salario mínimo. La consecuencia, reflejada en el escaso poder adquisitivo, es desastrosa.

3.La tercera característica es más preocupante: del conjunto de desempleados, la mayor parte lo conforman personas de 30 años o más y existe un crecimiento significativo en el desempleo de personas con estudios de licenciatura. Este dato no debe desvincularse del problema político que mantiene el gobernador con el grupo político que controla la universidad. La consecuencia no es esperanzadora: los universitarios (de la UAT, principalmente) no están siendo contratados en su propio Estado. En este mismo rubro, un dato llama la atención: la tasa de desempleo ha disminuido entre los jóvenes de 14 a 19 años, lo que es signo de deserción escolar, escasez de recursos a nivel familiar e incorporación al mercado laboral con bajos salarios.

El resumen puede ser devastador: en Tlaxcala se contratan jóvenes poco preparados, con salarios bajos y de manera informal.

La cifra de un menor desempleo no significa que Tlaxcala viva momentos de bonanza. Por ejemplo, la inversión extranjera directa en el Estado es raquítica y se ve superada –de manera escandalosa– por las remesas enviadas desde el extranjero. Se trata de un problema donde convergen todos los males del Estado en materia económica. Si las remesas (218 millones de dólares en 2014, según la Secretaría de Economía) son utilizadas para el consumo de las familias tlaxcaltecas, es claro que al gobierno le conviene tener migrantes en Estados Unidos, ya que las remesas superan con creces su labor, reflejada en los ingresos por inversión extranjera directa, que se tradujeron en 134 millones de dólares. Si las remesas no van precisamente al consumo familiar, sino son producto de mafias que trafican con personas, entonces el problema es doble: el gobierno es incapaz de ser generador de inercias que generen riqueza y, por otra parte, tampoco es capaz de contener una ola criminal que azota al Estado. Este punto es delicado si se toma en cuenta el problema mayúsculo de trata de personas que afecta al territorio tlaxcalteca, principalmente al sur de la entidad y que encuentra una rama importante del ilegal negocio en el extranjero.

A la incapacidad del Estado para crear riqueza hay que agregar otros factores: Tlaxcala ocupa los últimos lugares nacionales en inversión en ciencia e innovación y en producción científica e innovadora, así como en tecnologías de la información. Además, la capital del Estado ocupa la posición 23 en el país como lugar para hacer negocios de acuerdo al índice Doing Business 2014.

Si esto lo conjugamos con otras características económicas del Estado, Tlaxcala se está convirtiendo en una periferia cada vez mayor de los Estados vecinos como Puebla e Hidalgo, así como del Distrito Federal. Se trata de un Estado poco industrializado, donde sobresale la manufactura de productos y donde no se invierte en ciencia, lo que implica un retroceso para ésta y próximas generaciones.

III

La raíz del estancamiento tlaxcalteca se encuentra en Casa de Gobierno y el grupo cercano al mandatario tlaxcalteca. Su política económica es rancia y cortoplacista. No existe un programa que piense en Tlaxcala más allá de las ferias, los moles, la manufactura, los toros o las artesanías. No es un problema nuevo, lo que significa que Mariano incurrió en los errores que tanto criticó.

González Zarur tuvo todos los méritos para ser gobernador, pero su momento llegó tarde. Probablemente ahí se encuentre parte de esa desazón tlaxcalteca que no percibe avance alguno: el líder del Estado no tiene futuro. Aunque los números le favorezcan, el estancamiento es la percepción que permea la sociedad tlaxcalteca. Es la señal de que el tiempo de Mariano fue otro. Y su forma de gobernar pertenece a ese pasado.

 abajomecinas

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