De su respuesta se podría deducir el tipo de partido político al que aspiran y el lugar que quieren para las mujeres en el PRI y en la democracia mexicana.
De su respuesta, no se dude, depende la democracia a la que aspira una buena parte de la población.
Con esto no quiero decir que todo depende de ellas. Lo que quiero resaltar es que las principales afectadas de un desprecio hacia las mujeres en el PRI tendrían que alzar la voz y alegar que tienen algo que decir. No es cosa menor: si las mujeres priistas quieren tener un lugar digno en el PRI, ellas, sobre todo ellas, deben luchar para ganarlo. Esto tampoco significa que ese lugar digno no lo hayan buscado durante su carrera política, pero las voces resuenan con mayor fuerza y con verdadero valor en los momentos críticos, y el PRI les ha puesto enfrente una oportunidad única de reivindicar su papel dentro de ese instituto político, machista por excelencia y que las denigra por convicción.
Es el momento en que tendrían que hablar y ganar dignidad, espacio político y reflectores con un poco de crítica, de disenso. En cinco, diez o veinte veinte años alguien les preguntará cuál fue su posición en el caso Gutiérrez de la Torre y sería bueno que pensaran que su respuesta podría ser más vergonzosa que el silencio que hasta ahora las acompaña.
Tiempo extra
Francia. Preocupante el avance de la derecha francesa, pero poco novedoso si se revisa su política migratoria durante las últimas dos décadas.
PRI 2015. Parece que el partidazo ganará las elecciones intermedias, aunque la lectura no debe ser a favor del peñanietismo ni a favor del priismo: su victoria será consecuencia de una oposición con guerras civiles en sus respectivas parcelas.