Un vivales de nombre Leo Balcazar no tuvo empacho en difundir, desde su propio perfil de Facebook, que cuenta con lugares para algunas de las carreras que conforman la oferta académica de la universidad, y los ofrece al mejor postor.
Todavía el muy cínico pide a los que pudieran sentirse ofendidos y molestos por tal propuesta, que se abstengan de emitir comentario alguno, porque le valen madre.
Cada año, el ingreso a la máxima casa de estudios se vuelve una auténtica mina de oro para directivos y autoridades de la universidad, que en el anonimato y usando a vividores como el referido anteriormente, pretenden llevar agua a su molinito en detrimento de la reales aspiraciones de los miles de jóvenes que pretenden estudiar.
Es un despropósito pedir a Esparza Ortíz que así con la misma actitud envalentonada con la que se presentó ante el procurador Víctor Carrancá, de la misma forma se pronunciara en contra de estas prácticas y emitiera un comunicado en el que se comprometiera a terminar con los coyotes, a poner en marcha la búsqueda y sanción de estos oportunistas, pero sinceramente, es mucho pedir.
Y es que para nadie es un secreto que el coyotaje de plazas académicas y lugares de estudios en la universidad es un negocio boyante que le representa miles de pesos en ganancia a muchos de los que ayer se presentaron ante la PGR.
¿De qué otra manera podría ser entonces que se ofrecieran estos servicios, si no es con la complacencia de altos mandos?
Aunque año con año las autoridades universitarias anuncian un sinúmero de candados para evitar el coyotaje, lo cierto es que en lo oscurito se venden lugares a diestra y siniestra, favoreciendo a parientes e hijos de amigos, con su consecuente mochada.
Por eso es que aunque uno pensara que Alfonso Esparza, rector de la BUAP en su peor etapa de credibilidad de la universidad, se mueve en el mar de la congruencia al momento de defender los intereses de la máxima casa de estudios, pero no, sólo vela por los suyos y por los de sus inondicionales, que obviamente no responden a los de la otrora benemérita.
Así que a la crisis que vive actualmente la universidad, con el acoso a estudiantes y maestros, prebendas y dádivas para amigos y sobrinas, irregularidades en la elección del Consejo Universtario, problemas académicas en facultades como Contaduría, Derecho y Medicina, acoso sexual comprobado en Veterinaria y Zootecnia, entre otros; agreguele el calvario anual del proceso de admisión.
Por cierto, a raíz de lo publicado en este mismo espacio hace unas semasn sobre las irregularidades en la facultad de Medicina, fuentes al interior de la misma confirmaron que después de la publicación de la columna, maestros y administrativos iniciaron una campaña de “convencimiento” para pedir a los estudiantes que confíen en ellos y se acerquen para exponer su malestar, pero que no lo difundan en las redes sociales pues se muestra una mala imagen de la universidad, además de que solo “se hace el caldo gordo a los medios que no reciben dinero” (sic).
¿Cómo la ve?