Mucho hemos escrito aquí mismo (desde hace ya casi nueve años en STATUS, cuando Mondragón y un servidor fuimos los primeros en abordar el tema en Puebla… al día de hoy que ya hay tantos “yuncólogos”) sobre la absoluta incompetencia de los miembros del Yunque en ganar procesos electorales.
Y no es que no quieran. No saben. Porque insisten en cometer tarugadas en sus campañas.
Por solo recordar tres municipales en Puebla: la del “Mosco” Díaz García, que hizo un gran ridículo ante Mario Marín. Pablito Rodríguez Regordosa que escupió burradas cotidianas hasta que perdió con Dóger. Y la de antología de Antonio Toño Sánchez Díaz de Rivera, que un día sí y otro también cometía sendas torpezas hasta ser arrasado por Blanca Alcalá (a la que hoy muchos odian pero entonces alababan, por cierto… ciclos del poder).
Y no. Perdónenme pero los otros Alcaldes panistas poblanos no ganaron por el Yunque. Gabriel Hinojosa ni era miembro de la Organización (lo odiaban por cierto) y ganó por el voto de castigo contra la crisis económica de los 90’s provocada por el PRI. Vamos, ni él mismo esperaba ganar.
Luis Paredes ganó precisamente contra y a pesar del Yunque. Logró juntar a muchos grupos del PAN no-yunques, ganó la candidatura y luego de una campaña que supo hacer polémica venció a un pésimo candidato del PRI, Carlos A. Julián y Nácer. El Yunque, Lalo Rivera, la UPAEP y varios connotados jerarcas de la Organización ultraderechista jamás le perdonaron haberlos ridiculizado, aún cuando incluyó a no pocos miembros en su administración. Hoy no solo lo detestan sino que es prácticamente el diablo personificado luego de haberles publicado terrible libelo donde encuera a la Organización.
Y Eduardo Lalo Rivera, fiel, obediente y servil miembro del Yunque poblano, tampoco ganó por una eficaz operación de la Organización. Por favor. Ganó por la inercia morenovallista y por el voto golondrino y mapachadas del SNTE en la capital poblana. Está más que documentado y comprobado. Pero hoy dicta conferencias donde presume haber remontado decenas de puntos en las encuestas, cuando en realidad su campaña fue sosa y llena de ocurrencias, al más puro estilo… del Yunque.
Bueno. Eso en Puebla, pero a nivel nacional el Yunque tampoco gana. Salvo Guanajuato, donde han aprendido magistralmente a comprar votos y a hacer mapachadas a través de Oportunidades y otros programas federales; en otros Estados los que han ganado son empresarios que ganan a pesar del Yunque, como los casos de Jalisco o Nuevo León o Yucatán en su momento. En la mayoría de esos Estados, por cierto, ya regresó el PRI (Nuevo León, Chihuahua, Aguascalientes, Querétaro, Yucatán, Tlaxcala). Y en al menos dos actuales –Jalisco y Morelos- ahora también está cerca de perder.
Hay que decirlo claro: En los otros Estados donde ha ganado Acción Nacional han ocurrido otras cosas, pero no fue la acción yunquista la que dio victorias. En Puebla, Oaxaca o Sinaloa ganaron ex priístas que de por sí eran consumados operadores electorales y en donde el voto de castigo contra gobernadores corruptos también supieron despertarlo. Pero por favor, no fue por operación del Yunque esos triunfos blanquiazules.
Ahora bien, Calderón tampoco es un gran triunfador electoral. No pudo ni siquiera hacer ganar a su hermana en Michoacán. Como tampoco pudo hacerlo en Veracruz con su amiguito Miguel Angel Yúnes. En Tlaxcala tampoco pudo hacer ganar a su candidata. Y en Puebla, Oaxaca, Sinaloa o Baja California Sur ya dijimos qué pasó (en BCS por los pleitos de perredistas, no por operación del PAN). Los del BEAP hemos andado en prácticamente todos esos Estados en su momento y sabemos perfectamente qué ocurrió en cada uno de ellos.
Y bueno… la propia victoria de Felipe Calderón por la Presidencia sigue estando en duda y cuestionada. Pregúntenle al hoy amoroso y tendedor de manos francas.
En fin. Resumiendo: A buenos árboles se arrima Josefina Vázquez Mota. Al radical yunquista Oliva y a los sabios consejos de Antonio Sánchez Díaz de Rivera por un lado. Y a la extraordinaria operación de consumados perdedores como Ernesto Cordero, Roberto Gil Zuarth y el bastante incapaz Gustavo Madero. O a los grandes estrategas calderonistas Max Cortázar, Germán Martínez o el cuñado Zavala. Diódoro Carrasco, priísta-zedillista (como tantos otros miembros del equipo calderonista), va de pilón.
¿Quién mandará a quién? ¿Se imaginan esa cena de negros que ahora será diariamente el “war room” josefinista? ¿Quién obedecerá a quién?
Pero lo mejor: ¿Quién de ellos sabe ganar elecciones?
¿Les dará tiempo de corregir el rumbo y virar el timón de la desnorteada campaña?
¿Es una estrategia del españolito –ahora mexicanito- Solá? ¿No es demasiado arriesgada?
Un copete ríe de buena gana cada día que pasa de esta campaña.
Un amoroso grita desesperado que lo pelen.
Y un greñudo bigotón suelta puntadas todos los días, feliz con su 0.5 % de preferencias.
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