Los constitucionalistas han expresado que una Constitución es la sumatoria de la historia, la política, la cultura y la economía de un país. Si echamos un vistazo a nuestra Constitución promulgada hace 95 años encontraremos en cada texto de los artículos que la componen justamente eso, por ello se ha afirmado que un texto constitucional es sobre todo “un pacto entre generaciones, una línea de continuidad histórica, política, social y jurídica; que nos vincula al pasado, pero que nos permite avanzar con bases ciertas hacia el futuro”.
Los cambios experimentados en la sociedad mexicana desde el 16 de septiembre de 1917, fecha en la que entró en vigor la Constitución, han sido muchos: Internamente, un crecimiento exponencial de la población, paso de una economía agrícola rural a una industrial urbana, la elevación de la expectativa de vida, la creación de una clase media, la construcción político-electoral, entre otros; sin dejar de atender las repercusiones producidas por la esfera global.
Lo anterior explica la multiplicidad de reformas y adiciones al texto, que incluso en muchos momentos ha llevado al planteamiento acerca de la necesidad de avanzar hacia un texto constitucional. Tema que seguramente seguirá siendo motivo de análisis y debate.
Pero si nuestro país ha transitado en la historia del sistema constitucional que prevé un régimen democrático, un régimen de gobierno, reivindicaciones sociales, que plantea libertades ¿Porque entonces en muchos momentos pareciera que no hay Estado Constitucional de Derecho en México? ¿Porque ahora los mexicanos no nos sentimos protegidos por la ley? ¿Qué hacer para que lo establecido en la Constitución se cumpla?
Uno de los muchos factores que nos permite una parte de respuesta, lo encontramos en diversos estudios de la autoría del Dr. Diego Valadés, que sostiene que justamente las constantes modificaciones “ha hecho complicada la tarea de conocerla y de interpretarla adecuadamente” y señala el jurista que “el uso puramente retórico de los textos constitucionales, ha sido una actitud común entre gobiernos de América Latina”, de ahí la necesidad de insistir una y otra vez en la eficacia de las normas, porque de otra manera “permaneceremos condenados a tener constituciones puramente simbólicas que no despliegan efectos prácticos en la vida de sus destinatarios” afirmando que “el futuro de la Constitución mexicana depende en buena medida, de que estemos dispuestos a cumplirla”
Y lo anterior nos compete a todos: gobiernos de cualquiera nivel, autoridades que procuran y administran justicia y a cada uno de nosotros.
Y justamente de esto último podemos encontrar otra respuesta probable basada en el ensayo publicado por la Revista Nexos de la autoría del Dr. Miguel Carbonell que afirma “Las evidencias disponibles nos demuestran que los mexicanos ni conocen ni mucho menos cumplen con lo que señala la Constitución. No se trata del típico incumplimiento a cargo de las autoridades, sino de una sociedad claramente adepta a la ilegalidad como regla de conducta, que tiene ideales bien alejados de aquellos que justifican y sostienen a constitucionalismo alrededor del mundo”
Lo anterior lo demuestra basado en los resultados de la Encuesta sobre cultura Constitucional levantada por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM en el año 2011, mediante entrevistas de fondo a personas mayores de 15 años que concluye “(…) nos gusta quejarnos de lo mal que hacen nuestros gobernantes, pero no se observa que la ciudadanía sea un portento de virtudes ni que esté dispuesta a participar directamente en la construcción de la democracia constitucional mexicana. Sin duda hay un déficit de talento gubernativo, pero también hace falta una ciudadanía más crítica y participativa”.
Muchas y seguramente muy buenas razones tendremos los/as mexicanas para tomar lo que el autor señala como “actitudes francamente regresivas y autoritarias entre los ciudadanos de país”.
Lo que vemos actualmente en el ejercicio de gobernar no responde tampoco a ninguna expectativa; pareciera que lo que estamos construyendo es un país al margen de las leyes. Y esto si no le damos atención, sus repercusiones no tendrán precedente.
Fuente:
Valadés Diego, Carbonell Miguel.- El proceso constituyente Mexicano.-2010
Carbonell Miguel.- Verborrea e Incultura Constitucional.- Revista Nexos.- Febrero 2012
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