25-04-2024 04:58:33 AM

Evolución del Conocimiento

Hemos dedicado un buen número de artículos a reflexionar sobre la historia política de México y de Iberoamérica -principalmente- pero ello obligadamente nos ha llevado a escudriñar en la marcha de países como España, Francia, Inglaterra, Alemania y Estados Unidos, entre otros…

La política nos ha conducido a la economía y al hablar de ésta es ineludible abordar la evolución del Conocimiento, y aquí ya estamos incursionando en los entornos culturales y analizando la fenomenología política en las grandes civilizaciones… porque es en cada civilización que El Conocimiento ha sido asumido de diferentes formas e impactado en diferentes grados a la vida cotidiana de la gente y a la marcha de las naciones…

Los estudiosos sitúan el inicio de La Historia en el surgimiento de las primeras civilizaciones, es decir con la aparición de las primeras ciudades, prestando gran atención a la expresión escrita, puesto que ésta permite disponer de testimonios perdurables de lo sucedido en un tiempo y lugar, más allá de la cultura material, que es estudiada -con sus propios métodos- por la arqueología. También permite la transmisión del conocimiento a través de las generaciones y de los pueblos.

Los estudios actuales señalan que ciudad y escritura aparecieron simultáneamente, junto con la estructuración del poder político (palacios, reyes), de religiones organizadas (templos, sacerdotes) y una compleja estratificación social que diversificaba las actividades -entre otras la de científico- lo que a su vez suscitó grandes esfuerzos colectivos que sin duda exigieron prestación de trabajo obligatorio e impuestos para la realización de sus grandes obras emblemáticas y otras de infraestructura y servicios…

La Humanidad inicia La Historia con la revolución urbana del IV milenio A.C. cuando aparecen las primeras Ciudades Estado. A partir de ellas y de los contactos entre ellas se fueron conformando los primeros imperios de gran extensión territorial y organizados en torno a una forma de ver el mundo según su propia Cosmogonía, definiendo a esta como la “Teoría filosófica, mítica y religiosa que trata sobre el origen y organización del universo”. Las diferentes civilizaciones se plantean sus propias cosmogonías o respuestas al origen del mundo y de la humanidad, soliendo explicar -de manera altamente simbólica- una preexistencia en el caos hasta que las fuerzas divinas -frecuentemente antropomórficas- ordenan todos los elementos.

En ellas se pretende establecer la realidad planteando explicaciones a la existencia de las cosas, a los fenómenos naturales y a la naturaleza humana (paradigmas), todo ello en el orden físico y metafísico para conjurar la incertidumbre…

Thomas Kuhn centra sus estudios sobre La Historia del Conocimiento en encontrar que tipo de ideas eran aceptables en cada momento y lugar, y en cuáles eran las opciones intelectuales de las que disponía una sociedad al adoptar lo que él llama un paradigma. Así evita la implicación de otras visiones de épocas y circunstancias diferentes a las del periodo estudiado, concluyendo que la evolución de la teoría científica no proviene de la mera acumulación de datos, sino de las circunstancias y posibilidades intelectuales (religión, organización política, recursos técnicos, etc.) del momento…

Encontramos así que el mundo antiguo evoluciona sintetizando las aportaciones de Mesopotamia, Egipto, Fenicia, Persia, India y Grecia en la Cultura Helenística, que habría de prevalecer en el mundo conocido de entonces para luego ser adoptada por Roma, que encuentra aplicación práctica a muchas áreas de la ciencia pero sin modificar el paradigma cosmogónico Helenístico que choca violentamente con el único que se atreve a desafiarlo… El Judaísmo…

Pero desde los tiempos de las guerras judeo-romanas (66-135 d.C) y hasta cumplirse el primer milenio de nuestra era, el propio Imperio Romano (313 d.C.) y multitud de reinos que van surgiendo de las invasiones germánicas al Imperio de Occidente se van convirtiendo al cristianismo, adoptando nuevos paradigmas que reemplazan a los de la Antigüedad Clásica y al propio Imperio con el Sacro Imperio Romano Germánico.

Al surgir en 622 d.C. el Islam –y con él otros paradigmas- choca con la cristiandad, pero los múltiples contactos entre ambas civilizaciones les llevan a compartir conocimientos que avanzan de manera paralela y complementaria durante mucho tiempo.

En el siglo XV, El Renacimiento y la Era de los Descubrimientos suscitan la que podríamos llamar primera gran revolución científica a partir de la obra del polaco Nicolás Copérnico (1473-1543)  De revolutionibus orbium coelestium (Sobre el movimiento de las esferas celestiales) publicada en 1543 y que rebate la teoría Ptolemaica -que sostenía que el universo giraba en torno a la tierra- planteando la teoría heliocéntrica que sostiene que los planetas giran en torno al sol, lo que suscitó serias controversias de carácter religioso en cuanto a la explicación de El Orden Universal.

Cabe señalar que en su tiempo los planteamientos de Copérnico no gozaban de credibilidad. Kuhn ilustra como el cambio de paradigma sólo fue posible cuando Galileo Galilei, Johanes Kepler y más adelante Isaac Newton fueron ampliando los conocimientos que sustentaban las teorías coperniquianas superando a la teoría Aristotélico-Ptolomeica. Pasaron siglos para que dicha teoría fuese plenamente asumida en la enseñanza escolar.

Cuando un paradigma comienza a acusar anomalías, es decir, incapacidad para explicar los fenómenos observados, puede requerir ajustes de planteamiento sin que la comunidad científica –ciencia común– lo deseche en tanto no haya una alternativa satisfactoria. La llamada ciencia revolucionaria es la que se atreve a cuestionar lo aparentemente obvio proponiendo alternativas a las que los científicos suelen encontrar -o achacar- numerosas anomalías. Cuando logra consolidarse la nueva teoría se da un cambio de paradigma que suele ser muy diferente a lo que era aceptado (teorías geocéntrica y heliocéntrica, por ejemplo) y no es una teoría aislada, sino que cambia la forma en que la ciencia encara sus objetos de estudio y las reglas para determinar la verdad científica. Las nuevas teorías no son -por tanto- extensión de las antiguas, sino que aportan una visión radicalmente diferente que no necesariamente invalida a las precedentes o no lo hace para siempre, pues muchas que habían sido desechadas son validadas tiempo después. La explicación misma de un paradigma exige un lenguaje apropiado que no siempre existe…

“Aunque cada uno de ellos puede albergar la esperanza de convertir al otro a su propia manera de ver la ciencia y sus problemas, ninguno puede esperar demostrar que está en lo cierto. La competencia entre paradigmas no es el tipo de batalla que puede ser resuelta en base a pruebas.

Thomas Kuhn

La práctica científica considera la posibilidad de que una teoría haya sido falsada (refutada) si cuenta con una alternativa creíble, y en ausencia de esta continúa en el marco de lo establecido, como sucedió por largos periodos hasta antes del Renacimiento (s XV), cuando los periodos se van acortando hasta que la Revolución Industrial primero y nuestra Era del Conocimiento después les han hecho sumamente breves en lo científico, pero no en lo cultural.

Efectivamente, los paradigmas científicos son superados por otros nuevos que transforman rápidamente el ámbito de lo físico-natural, pero las costumbres derivadas de una cosmovisión que explican lo metafísico-sobrenatural, prevalecen a pesar de enormes y sostenidos esfuerzos por eliminarles, como lo hemos venido comentando, y esto lo explicamos porque la gente conoce por: ciencia, experiencia, intuición y fe, siendo esta última la más poderosa forma para conocer, pues lo que la gente cree no es debatible, mientras que la verdad científica siempre será discutible, pues de ello depende su avance…

A pesar de los embates de los radicales sobre las religiones valiéndose de poderosos y sanguinarios aparatos estatales (desde la Roma de Nerón hasta los gulags estalinistas y castristas), prevalecen el cristianismo, el islam, el judaísmo, el budismo y otras confesiones, y no sólo eso, sino aún algunos estados confesionales o teocráticos como Israel, Irán, Arabia Saudita y varios más.

Insistimos que el origen de los conflictos políticos de los últimos siglos sólo pueden explicarse en lo que Samuel Huntington (1927-2008) llamó El Choque de las Civilizaciones y la reconfiguración del Orden Mundial (1966) fenómeno que si asumimos adecuadamente, puede conducirnos a un verdadero Nuevo Orden Mundial al que planteamos como un neo Mudejarismo…

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