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Antecedentes a los Países no Alineados I

Colonización de Asia Pacífico

Los grandes descubrimientos de los siglos XV y XVI y la colonización de América por España, Portugal, Inglaterra y Francia incitaron a otras potencias a intentar la formación de sus propios imperios.

En 1521 Fernando de Magallanes comandó -por encargo de Felipe II- la primera expedición que circunnavegó al planeta. Descubrieron las Islas Molucas, donde se percataron de que habían llegado al Extremo Oriente según la idea de Cristóbal Colón. Pasaron por Borneo, Timor y al llegar a Filipinas Magallanes perece en un enfrentamiento con los nativos. Juan Sebastián Elcano toma el mando de la expedición y la concluye con éxito. De 234 marinos que iniciaron el viaje, sólo sobrevivieron 22.

En 1571 ya se habían establecido rutas de navegación con el Galeón de Manila, la Nao de Acapulco y la Nao de la China, iniciándose así el intercambio cultural y comercial entre Europa, América y el Extremo Oriente. Se constituye la Capitanía General de las Filipinas dependiendo del Virreinato de la Nueva España, y así llega a la Puebla de los Ángeles la China Poblana -que en realidad era filipina- ataviada con nuestro traje nacional femenino. Desde Filipinas, España dominó numerosas islas: Las Marianas, Guam, Palaos, Carolinas, y ocasionalmente Formosa (hoy Taiwan), las Marshall y otras más.

En 1498 Vasco da Gama es el primer europeo en arribar a la India navegando el Atlántico Sur hasta el Cabo de la Buena Esperanza y pasando al Océano Índico llegó a Goa, donde establece el Virreinato Portugués de la India, que con diferentes extensiones territoriales prevaleció hasta 1954. En China estableció varias factorías y ciudades, la más importante Macao. En la ruta de navegación estableció colonias en el sur de África. En la costa atlántica en Angola y en la índica en Mozambique, Ceilán (hoy Sry Lanka) y otras islas. Portugal también tuvo posesiones en Japón y en el Golfo Pérsico.

Entre 1600 y 1602 se fundan la Compañía Británica de las Indias Orientales y la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, ambas con amplio respaldo de sus gobiernos, disputaron entre ellas y con Portugal, España y otras potencias, las riquezas del comercio con el Extremo Oriente.

La Compañía Holandesa de las Indias Orientales se aplica a arrebatar mercados a Portugal y a competir con Inglaterra y Francia instalándose en la Isla de Java y en El Cabo de la Buena Esperanza. En su esplendor, la Compañía fue la empresa más grande del mundo y llegó a tener enclaves en Bangladés, Sry Lanka, Irán, Malasia, Tailandia, China e India. Tuvo una flota de 150 buques comerciales y 40 de guerra, 50,000 empleados y 10,000 soldados. Holanda tuvo por colonia en Extremo Oriente a lo que hoy es Indonesia.

La Compañía Británica inició sus operaciones en el Golfo de Bengala (Bangladés) y comerciando con el Imperio Mogol (1526-1857) se fue extendiendo por lo que se conoció como el Indostán (India, Pakistán Bangladés y Birmania) hasta que a la disolución de dicho imperio se establece el Raj Británico, es decir el pleno gobierno británico. La Compañía impulsó el comercio de opio producido en la India intercambiándolo por té, seda y porcelana china.

En 1829 el emperador Yongzheng prohibió la comercialización y el consumo de la droga, advirtiendo a los británicos que los barcos que arribasen con ese producto serían incendiados. De esto derivaron las dos Guerras del Opio (1839-42 y 1856-60) y ante la derrota china se firmaron los llamados Tratados Desiguales que abrieron al comercio con Europa otros puertos, cedieron a Inglaterra Hong Kong y la península de Kowloon y a Portugal la ampliación de Macao.

Tailandia (antes Siam) fue el único país de Indochina que nunca fue colonizado, ya que sus hábiles gobernantes aprovecharon la rivalidad entre ingleses y franceses para mantener su autonomía jugando como Estado colchón, mientras que el resto de Indochina (Vietnam, Laos, Camboya) fue colonizada por Francia.

Japón, que habiéndose cerrado al contacto con occidente por 251 años, en 1854 a instancias del Comodoro estadounidense Matthew Perry firma el Tratado de Kanagawa con Estados Unidos y luego otros similares con Inglaterra, Rusia y Francia abriéndose al comercio mundial y dejándose ver como potencia emergente cuando derrota a China en 1894-95 y a la Rusia Zarista en 1904-05, anexándose a Corea, Taiwán y otros territorios.

Respecto de Australia, aparece en la cartografía española y en la portuguesa del siglo XVI, pero las primeras exploraciones se dan hasta 1601 por el portugués Godinho de Heredia. En esos mismos años navegantes holandeses la exploran y denominan Nueva Holanda, pero es en 1770 cuando el británico James Cook establece ahí una colonia denominada Nueva Gales del Sur.

Ante la independencia de los Estados Unidos, Australia vino a suplir diversas funciones en el Imperio Británico. Hasta 1841 Nueva Zelanda dependió de Australia, siendo después una colonia aparte. En el área, Alemania tuvo colonias en Nueva Guinea y Samoa.

El Reparto de África

Hasta 1835 poco se sabía del África más allá de sus costas, pero cuando empezaron a elaborarse mapas de su vasto interior se conocieron los lagos centrales, el nacimiento del Nilo, los causes de los ríos Níger, Congo y Zambeze y se fue teniendo noción de los grandes recursos que contenía. Los avances científico tecnológicos favorecieron a la exploración (buques de vapor, ferrocarril, telégrafo) y a la colonización (la quinina como tratamiento contra la malaria).

En 1875 las potencias europeas no controlaban más del 10% del territorio africano. Las posesiones más importantes eran: la Argelia francesa; Angola y Mozambique portugueses; y el Cabo, ya controlado por los británicos. Ante las expectativas que ofrecía el continente africano, Otto von Bismarck convoca a la Conferencia de Berlín (1884-85) para plantear su colonización mediante un reparto pacífico conforme a reglas aceptadas por los participantes (No fue convocado ningún estado africano).

Después de esto sólo Etiopía permaneció como estado independiente, pues el Estado Libre del Congo tenía la calidad de posesión personal del rey Leopoldo II de Bélgica, Marruecos -que se decía independiente- estaba ocupado por tropas francesas y españolas y Liberia operaba como colonia de los Estados Unidos.

África fue escenario para las grandes rivalidades europeas entre Francia, Inglaterra y Alemania, y su reparto -en el que también participaron Bélgica, Italia, Portugal y España- fue antecedente de la Primera Guerra Mundial.

La crueldad con que procedieron los colonizadores fue descrita en diversas obras literarias como: “El Corazón de la Tinieblas” de Joseph Conrad (1899); “La Carga del Hombre Blanco” de Rudyard Kipling (1899) y “Viaje al Fin de la Noche” de Louis-Ferdinand Céline (1932), pero en contraposición, algunos intelectuales plantearon el “Darwinismo Social” que extrapolaba al evolucionismo de Charles Darwin a cuestiones sociales y políticas afirmando que existen pueblos inferiores y superiores exaltando el racismo y fomentando el apartheid.

Colateralmente, entre 1859 y 1869 se construyó el Canal de Suez por Francia, que poseía el 56% de las acciones, mientras Egipto el 44%, mismas que en 1875 puso a la venta siendo adquiridas por Inglaterra que así tomaba control sobre la ruta más corta a su más importante colonia: el Indostán. Ante la presencia británica, los franceses que habían fundado el Banco Franco-Egipcio se retiran y optan por invertir en el México porfiriano en el que hoy es BANAMEX (fundado en 1879).

Mediante el Tratado de Constantinopla (1888) se declaró al canal zona neutral bajo protección británica y el decadente Imperio Otomano accedió a permitir la navegación internacional por el canal tanto en tiempos de paz como de guerra. Desde entonces este punto se tornaría estratégico en la geopolítica global, lo que se enfatiza con el establecimiento en sus proximidades, del Estado de Israel (1948).

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