Valga el título de esta novela del enorme Sábato para ilustrar en lo que se ha convertido uno de los más desafortunados binomios que se recuerden en la historia de la política local.
La simbiosis Chelís-PRI, de plano no camina.
Desde que se anunció que supuestamente el corazón del alopécico técnico camotero sentía una debilidad muy particular por el verde, el blanco y el rojo, y no por la combinación del blanco y el azul que tanto defendió en la cancha, parecía como que el asunto no cuadraba.
Ahora que Sánchez Solá ya acompaña a los eventos proselitistas a los candidatos priistas, el peor escenario se confirma en los hechos.
Ya haciendo campaña por el PRI y no en los spots publicitarios, el Chelís poco le aporta realmente al tricolor y sobre todo, el partido le quita a él mucho de lo que tanto trabajo le costó ganar en términos de popularidad e imagen.
Todo parece indicar que se trata de una relación perder-perder.
De entrada, al partidizar su imagen, José Luis pierde mucho más de lo que se imagina.
El ser comparsa de un partido, el que sea, en un país en donde la actividad política se encuentra terriblemente devaluada en el imaginario colectivo, desmitifica al héroe, lo demerita, fulmina su halo de divinidad y lo aterriza, lo vuelve de carne y hueso y por lo tanto, lo convierte en sujeto susceptible a caer víctima de algunas tentaciones mundanas como la manipulación electoral y compra de conciencias.
Con su entrada de lleno a la actividad política, se decreta la muerte oficial de San Chelís y se terminan por lo tanto todos los beneficios que se obtienen de lo que hasta hace muy poco fue su enfermizo culto.
Ya no más.
Si los resultados del próximo torneo no son lo que la afición espera, y créame que después de lo visto en la liguilla las expectativas son ya muy altas, Sánchez Solá podría ser derribado de forma brutal de su pedestal y entonces vendrá el inevitable cobro de facturas y los reproches por haberse convertido en un artificial producto de la mercadotecnia política.
Chelís no es el único que pierde con su estreno en la política real.
El PRI, también se ve afectado.
Los primeros eventos en donde el técnico ha sido utilizado con la intención de sazonar, por lo menos en algo a los insípidos candidatos tricolores han sido monumentales fracasos.
Chelís, se ve ajeno, forzado, actuado, falso y sobre todo, muy poco convencido de lo que los priistas manejan en el discurso.
Muy diferente, por supuesto, a la imagen que irradia en las ruedas de prensa que se llevan a cabo después de cada partido del Puebla.
Para colmo, si la imagen no funcionó, el discurso estuvo peor.
En un arranque de sinceridad, Sánchez Solá habló de su filosofía de vida, muy ajena por supuesto a lo que intenta lograr el priismo poblano en esta elección.
Chelís no tuvo empacho en declarar que en su desempeño como estratega del fútbol, no buscaba ganar sino morir de pie.
¡Zás!
El martirologio puro.
Cuando el tricolor pretende como por arte de magia utilizarlo para imprimirles a sus candidatos la etiqueta de potenciales ganadores, su as bajo la manga, su arma secreta, en la recta final de la campaña sale con aquel lugar común de que “lo importante no es ganar, sino competir”.
A ver si esta reflexión filosófica, digna de lo más selecto de la escuela socrática, tiene algún valor si el PRI pierde posiciones políticas estratégicas en el proceso del 5 de julio.
Pero, ni hablar, ya lo dijo el propio Chelís: “soy empleado del gobernador” y a los empleados no les queda más remedio que cerrar la boca y obedecer, aunque un monumental ridículo esté de por medio.
¿Valdrá todo esto un jugoso contrato para la próxima temporada?
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