Los “acuerdos” a los que llegaron ayer por la noche los maestros disidentes y la Secretaría de Gobernación arrojan nuevamente una sombra de sospecha sobre el nivel de complicidad que existe entre las cabezas visibles del autoproclamado Movimiento Democrático Magisterial y personajes encumbrados en lo más alto del poder político local.
Y es que, una vez más se demuestra que las marchas, los gritos y las manifestaciones, fueron elementos histriónicos que en realidad sirvieron sólo para adornar una puesta en escena cuyo desenlace arroja saldos más que positivos para los disidentes.
Los puntos centrales que permitieron el arreglo entre las partes confirman que los maestros inconformes poblanos gozan de un estado de derecho de excepción del que están excluidos otros sectores sociales con reivindicaciones igual o más justas que las del magisterio.
Veamos algunos:
De entrada la promesa de las autoridades locales de terminar la “represión” en contra de maestros.
¿Represión?
Por favor.
Usted dígame a qué grupo social se le permite mantener tomadas por la fuerza las oficinas de su representación sindical por semanas, sin que sean desalojados de inmediato por la autoridad.
Quiénes pueden gozar del privilegio de salir a las calles diariamente, generar caos vial, trastocar la vida diaria de una ciudad entera, bloquear entradas y salidas de dependencias oficiales, mantener como auténticos rehenes a quienes ahí laboran y demás acciones de las que hemos sido testigos en los últimos meses.
Sí, sólo ellos: los auténticos, únicos, omnipotentes y todopoderosos maestros.
Los encargados, por cierto, de la educación y formación de nuestras generaciones futuras.
El colmo lo representa la decisión de reintegrar los días de salario descontados a maestros que no trabajaron por participar en las manifestaciones.
¿Qué tipo de trabajadores, ya sea del sector público o privado, gozan del beneficio de cobrar sin devengar su sueldo?
Sobre todo en un área socialmente tan sensible y supuestamente prioritaria para el gobierno estatal como lo es la educación.
Por cierto ¿se da cuenta el monumental ridículo en el que quedó el titular de la SEP, Darío Carmona?
Y es que, aquellas bravuconadas mediáticas de que “no se cederán a chantajes”, “no habrá marcha atrás en el tema de los descuentos aplicados a maestros faltantes” y aquello de que “se aplicarán sanciones apegadas si no regresan de inmediato a las aulas” al final se convirtieron en frases sosas, vacías, mentirosas.
En este gran teatro, en donde cada uno de los actores tenía muy claro el guión que debía de representar, a Carmona le tocó el nada atractivo papel de patiño.
Ni hablar, por lo menos en el papel se tenía que cuidar las formas.
Además, los docentes disidentes podrán tramitar créditos de vivienda ante el ISSSTEP al margen de su sindicato, de manera coordinada con el gobierno local, revisará los nombramientos y ascensos autorizados por los líderes de las secciones 23 y 51 del SNTE- lo que significa una artera violación a la autonomía sindical- y se instalarán mesas de trabajo para analizar la viabilidad de realizar cambios importantes a la Alianza por la Calidad Educativa.
¿Nada más?
Ahora que se festinan los acuerdos y los resultados de las mesas de negociación, el escenario es de ganar-ganar para el gobierno estatal.
Fortalecen la disidencia y debilitan a un sindicato que ya tiene partido y que no operará electoralmente a favor del PRI.
A la vez, garantizan el apoyo político del movimiento disidente.
Los mantienen como incondicionales, siempre dispuestos a reaccionar cuando así convenga a los intereses del gobierno estatal.
Y lo mejor de todo: sin la necesidad, todavía, de declararle la guerra a Elba Esther Gordillo, la mujer más poderosa de México y madrina política de quien podría competir, contra el candidato oficial, por la gubernatura de Puebla.
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