México vivió una revolución cuyos caudillos lanzaron proclamas tan sugestivas como “La tierra es de quien la trabaja” y promulgaron una constitución política que enarbola las causas obreras, señala la soberanía primigenia de la nación sobre el campo y los recursos naturales y constriñe la acción de la Iglesia Católica. Así surge un régimen: la “revolución hecha instituciones” que fue paradigmático para los revolucionarios latinoamericanos.
La nacionalización del petróleo, de los ferrocarriles, de la electricidad; el reparto agrario, la educación laica, la socialización de la salud; todo ello era ejemplo para las izquierdas latinoamericanas, pues mientras ellos luchaban por hacer realidad esos sueños, aquí parecían florecer. Fidel Castro nutrió en México a su revolución y desde esta tierra embarcó a su destino. El exilio español y latinoamericano fueron entrañablemente acogidos.
Los grandes muralistas plasmaron para “los gobiernos de la revolución” sus mas preclaros ideales mientras la intelectualidad internacional les aplaudía. Todo esto no deja duda de que en México existe la teoría y la praxis de La Izquierda, pero estas no han podido ser ejercidas cabalmente por los militantes de las llamadas “tribus”…
Todos eran incorporados a la nómina, por lo que en México, desde La Cristiada (1926-1929) no hubo una disidencia relevante, sino hasta el movimiento del ´68, que fue planteado desde el interior del propio régimen valiéndose de idealistas bien intencionados a los que usó como carne de cañón. Así, la presunta izquierda en México careció de sus tradicionales banderas, y en sus reivindicaciones, a quienes exigían más, se les persuadía sin mayor dificultad de que la revolución avanzaba con sus propios ritmos, además era generosa con quienes luchaban por y para ella.
LA “MODERNA” IZQUIERDA MEXICANA, LA QUE RESULTÓ DEL ´68, VENÍA PREÑADA DEL PRI-GOBIERNO -siempre lo estuvo- muchos de los más señalados líderes de ese movimiento pronto aparecieron incorporados al régimen del presidente Echeverría, quien mediante la “apertura democrática” infiltró y fragmentó a lo que de auténtico tuvo el movimiento.
Con la cooptación de las universidades públicas y su sometimiento a camarillas que operan de la mano de los gobiernos estatales, se limita la generación de ideas innovadoras que puedan resultar incómodas. Se suplantó a lo mejor de la academia con extraviados fantoches y en su lugar se enquistaron los “aperturos”. Bufones y fanfarrones fueron becados, muchos analfabetas funcionales resultaron “doctores” sin ninguna fuerza para incidir en la marcha de La República.
La izquierda mexicana fue despojada de sus grandes dogmas, el PRI-gobierno y su nacionalismo revolucionario poseían el copy right de estos y por si fuera poco, el colapso del socialismo real agudizó profundamente su crisis existencial. LA PRESUNTA IZQUIERDA MEXICANA NO HA TENIDO NADA ATRACTIVO QUE OFRECER A LOS MÁS INTELIGENTES.
La presunta izquierda mexicana incapaz hasta el momento de generar ideas, naturalmente ha producido mitos… mitos aldeanos para aturdir entendimientos reducidos. Es frenéticamente celosa, cree tener el monopolio de la defensa de los débiles, lo que en sus limitados alcances sólo la sitúa en el rebasado concepto de la lucha de clases. Tiene sus miras en el pasado, no en el futuro…
El político de izquierda en México es incapaz de una aventurilla ¡que dirían los demás…! Lejos están de atreverse a dar los pasos indispensables para abrirse a otra -mejor- forma de vivir y antes de discernir que es lo que más nos conviene como país, siguen pensando en rojo y negro, son excluyentes, tan intolerantes como la más recalcitrante derecha a la que tanto increpan.
Pululan los mitos entre sus tribus y cada tribu modela su propio tótem a su imagen y semejanza. Ningún mito, ninguna tribu ha prevalecido por suficiente tiempo ni con suficiente fuerza para aglutinar a las demás, para constituir un todo orgánico con capacidad de generar propuestas atractivas a la gente, ideas que muevan al pequeño y mediano empresario, al profesionista independiente a ver en ellos las innovaciones que la derecha mojigata y/o el capitalismo salvaje pudieran negarles. Sólo han enarbolado los más gastados estandartes, los que dividen, y no han sido capaces de generar una propuesta que aglutine y estructure…
La presunta izquierda mexicana no fue perseguida como lo fueron sus camaradas en Chile y Argentina, no vivió el exilio ni siguió a líderes que le fueran propios, no tuvo los tiempos épicos del Uruguay, del Perú o Bolivia ni las sangrientas luchas de Guatemala o El Salvador, por el contrario, fueron hartados por el régimen populista que les acercó las ubres del erario y las de los subsidios universitarios, los cebaron hasta hacerles perder su capacidad de movilización y los embriagaron hasta el delirium tremens.
En México el PRI-gobierno LA VERDADERA IZQUIERDA tuvo siempre el control de esa presunta izquierda, la dejaba crecer o la apagaba a su conveniencia, usó consuetudinariamente de los idealistas de izquierda para convalidar sus excesos, para justificarlos como si fueran demandas populares, para combatir a la derecha católica sin ensuciarse las manos y así, las recurrentes frustraciones de sus jóvenes valores le condujeron a la más aguda de las anemias…
La presunta izquierda mexicana -AYUNA DE EPOPEYA- no ha tenido fuerza moral ni intelectual para convocar a la inteligencia del país, a esa que busca oportunidades y no discursos, a la que corrige cada vez que creando se equivoca y transforma así la realidad sin importar si el régimen es de izquierda o de derecha, basta con que si no ayuda… no estorbe…
La Izquierda Mexicana resplandece por sus artistas e intelectuales pero se extravía por políticos escleróticos, no hay correlación entre sus niveles, no han podido salir de la demagogia populista. Su ínfimo nivel cultural, su escasa comprensión de los fenómenos sociales, el influjo de los oportunistas trásfugas priistas, todo ello ha reducido su propuesta a regalar dinero público y a presentarse como los “generosos” de la política.