La democracia no supone un Estado débil, sino uno eficiente, lo que requiere que la autoridad disponga del poder necesario para poder cumplir su cometido. A cada quien el poder necesario PARA QUE PUEDA, a nadie todo el poder, de ahí surgen los conceptos del federalismo y la división de poderes. No puede haber democracia donde se concentra todo el Poder, sino que deriva de la división y equilibrio de poderes. A su vez, el federalismo permite libertad y autonomía a estados y municipios, cuyas peculiaridades merecen ser respetadas…
Desde que en 1997 el PRI perdió la mayoría en la Cámara de Diputados y de que el presidente Zedillo reestructurara a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la división de poderes se fue haciendo realidad, aunque dado que el sistema está diseñado para operar en torno a un presidente omnímodo, la disfuncionalidad se ha ido recrudeciendo…
El poder presidencial ha sido acotado para que -como lo deseábamos muchos- los destinos de la nación no estén sujetos a la voluntad de una sola persona, pero las reglas de operación de ese sistema diseñado para funcionar en torno al poder presidencial no han sido adecuadas a la nueva realidad, de manera que se exige al presidente que haga lo que ya no puede hacer. La relación del presidente con el Poder Legislativo ha sido tortuosa e ineficiente, pues los legisladores obedecen no a sus conciencias, sino a los intereses de los dueños de los partidos, una partidocracia que antepone sus intereses a los de La República…
El Poder Legislativo carece de carácter y temple. Al Senado llegan los que han sido gobernadores y quienes pretenden serlo y ha perdido la representatividad de las entidades federativas al admitir senadores plurinominales que representan a sus partidos. Las prerrogativas de que gozan los legisladores no son correspondidas por la mayoría de ellos y la manera más fácil de obtenerlas y mantenerlas es por la vía plurinominal, que es recelosamente administrada por la partidocracia para ser otorgada a sus adictos…
Así llegan a San Lázaro diputados empeñados en agradar a sus amos antes que en servir a La República, y se van sin acabar de comprender cual es la función de un legislador, que distorsionada por la usanza del viejo sistema, no era otra que ¿legitimar? la voluntad del Señor. No se pretendía entonces que alguien propusiera nada -hoy tampoco- simplemente se concretan a seguir la línea que marcan los dueños de sus partidos a través de sus coordinadores legislativos, de cuyo beneplácito dependen sus chambas futuras…
Al dejar de existir la suprema voluntad del Señor y pretendiendo ser sustituida por la de los amos de unos partidos cuyos conceptos del mundo y de la historia tienen pocos puntos de contacto, lejos de suscitar un debate inteligente, devienen en riñas de lupanar. Los dogmas de cada fracción parecen impedir los acuerdos que La República reclama, y ni siquiera han tenido el pragmatismo que llevó a soslayar -cada quien en su forma y según sus intereses- la Ley Calles. Para que el Poder Legislativo funcione adecuadamente, los legisladores deben dejar de estar sometidos a la partidocracia, y eso se puede lograr eliminando a los plurinominales y mediante la reelección, que les vincularía más con sus electores que con quienes hoy les designan…
El Poder Judicial de la Federación en general y la Suprema Corte de Justicia de la Nación en particular se han ido profesionalizando y son sin duda el más sabio y consistente de los tres Poderes de La Unión. La Corte está en posibilidad de reorientar al Estado hacia un Nuevo Orden Jurídico y Político, en el que el llamado “Gobierno de los Jueces” juegue un papel fundamental. Los ministros, cuyo periodo es de 15 años, siendo inamovibles y gozando de largos emolumentos, son -como deben ser- personas poderosas y capaces de soportar presiones y de emprender acciones fuertes…
Los últimos meses La Corte ha debatido casos sumamente polémicos, habiendo dado muestras de carácter que no han tenido ni el Ejecutivo ni el Legislativo, como en la llamada “ley televisa”, aunque también han defraudado a muchos como cuando rehúsan abordar a fondo casos como el del “góber precioso”. LOS MINISTROS NO PARECEN SEGUROS DE LOS EFECTOS DE MUCHAS DECISIONES QUE SABEN QUE DEBEN TOMAR PARA INHIBIR PRÁCTICAS ORDINARIAS EN EL EJERCICIO DEL PODER Y HAN SIDO CAUTOS EN EL USO DE SU PROPIO PODER ANTES DE ARRIESGARSE A ROMPER LOS PRECARIOS EQUILIBRIOS DEL SISTEMA…
A pesar de ello, el Poder Judicial de la Federación a través de La Corte, de sus tribunales y jueces se ha constituido en un valladar ante los abusos de autoridad, sobre todo de los gobiernos estatales y de los jueces del fuero común, cuyas tropelías son frenadas por la federación. En términos prácticos, es ahí donde el ciudadano mejor percibe lo que es y significa el federalismo y la división de poderes. México requiere de un Poder Judicial más fuerte…
Los alcaldes son la autoridad más cercana a la gente y la más abocada a atender los asuntos cotidianos, pero carecen de los recursos y competencias indispensables para ello. Durante el priato un alcalde no pasaba de ser ujier del gobernador, de manera que era impensable que emprendiera algo que pudiera opacar a su jefe, a quien solicitaba permiso y dinero para emprender cualquier acción…
Eso explica los periodos de tres años, absolutamente insuficientes para implementar planes y programas de largo plazo, pero una buena forma para impedir que personas con talento cumpliendo bien con su misión ganasen prestigio, influencia y poder que compitiera con sus superiores. El sistema no está diseñado para gobernar eficientemente sino para controlar desde la cúspide toda la estructura del poder.
Los alcaldes manejan recursos que no por insuficientes son pequeños, y la ley que indica como hacerlo es enredada, el tiempo para aprender es breve y la forma en que se fiscaliza es opaca y sesgada. Muchos congresos estatales están sometidos a los gobernadores que los manejan en contubernio con la partidocracia local, de manera que la aprobación de las cuentas públicas no depende de la probidad con que se hayan manejado los recursos, sino del comportamiento político del alcalde, y todo se perdona -aún sin penitencia- menos la desobediencia… Es así como se han ido tejiendo las redes de complicidad e impunidad que hoy nos hacen vivir en la inseguridad…
En el pasado, los gobernadores ejercían el poder en nombre del Señor, que les llamaba a cuentas y en no pocas ocasiones les destituía. Al desmantelarse el presidencialismo sin modificar el sistema, los gobernadores han quedado en aptitud de usar de las herramientas de la CLEPTOCRACIA BALCANIZADA, sin tener que dar cuentas a nadie. En su demarcación, ellos son los amos de su partido, controlan al Congreso estatal, al Tribunal Superior y a los jueces, y disponen de vastos recursos para manipular a la prensa y a otros actores políticos y sociales…
De este análisis concluimos que si bien la democracia mexicana ha avanzado -sobre todo en el ámbito federal- y se manifiesta claramente en la división de poderes, también es claro que los inveterados vicios del sistema prevalecen con mayor intensidad y menos escrúpulos en algunas entidades federativas. EL AUTORITARISMO QUE ANTES EMANABA DEL SEÑOR PRESIDENTE, HOY ES EJERCIDO POR LOS GOBERNADORES Y POR LOS OTROS DUEÑOS DE LOS PARTIDOS, QUE MANTIENEN SOMETIDA A UNA CLASE POLÍTICA ACOSTUMBRADA A SEGUIR LA LÍNEA SIN CHISTAR E INCAPAZ DE DAR RESPUESTA A LOS RETOS DE LA REPÚBLICA…
Para desarrollar una democracia eficiente se requiere de autoridades con poder para que puedan acometer las acciones que La República demanda, ESO EXIGE REELECCIÓN DE LEGISLADORES Y ALCALDES, lo que les vinculará más a los electores que a los partidos, siendo también necesarios métodos transparentes de fiscalización. Los partidos políticos deben eliminar los dogmas que les impiden debatir inteligentemente y aceptar las soluciones que el país requiere. NADA DE ESTO SE LOGRARÁ POR INICIATIVA DE LA CLASE POLÍTICA, DEBE SER INDUCIDO POR UNA OPINIÓN PÚBLICA INTELIGENTE QUE ACTÚE DESDE UNA SOCIEDAD CIVIL BIEN ESTRUCTURADA… ¡Y DESDE LOS MEDIOS…!!!
Proseguimos analizando a los tres grandes partidos políticos a partir de la afirmación de que el PRI es el partido de la resignación, el PRD de la insatisfacción y el PAN de la ambición…