Con la fallida oferta de Vicente Fox de crecer 7.0% anual, y luego con Felipe Calderón de ser el “presidente del empleo”, por no enumerar las crisis económicas que les antecedieron, la economía de México registra un mínimo crecimiento, que se refleja en un ahondamiento entre ricos y pobres; entre quienes tienen acceso o no a la educación, salud, vivienda, trabajo y diversión.
La política asistencialista en nada resuelve la condición socioeconómica de miles o millones de mexicanos, sólo los mantiene en un nivel de “sobrevivencia”, con mínimas o inexistentes posibilidades reales de mejorar.
Más de 50 millones de habitantes están en nivel de pobreza (en un país de casi 113 millones de personas); si a ello se le suma otros miles que están en el límite de la pobreza, definitivamente es baja la calidad de vida de buena parte de los mexicanos.
Aun cuando el gobierno de Calderón de forma reiterada señale que las finanzas públicas están sanas, y que México crece arriba de lo que registra su vecino y principal socio Estados Unidos, basta ver las cifras oficiales para corroborar que un PIB de 4% no es mínimamente suficiente.
Desempleo, un mercado interno casi estático, un sector agropecuario poco desarrollado, informalidad, falta de servicios de salud (en cantidad y calidad) son algunos de los problemas que enfrenta el país.
Están más que diagnosticados los problemas y necesidades de México, ahora los candidatos a la Presidencia de la República debieran plantear cómo harán para atenderlos.
Es claro que se necesitan cambios, reformas a leyes y a formas de gobernar, el asunto es cómo pretenden lograrlo.
Está visto que se requiere del respaldo del Congreso, pero tampoco se puede escudar el Ejecutivo todo el tiempo en que el primero es el único responsable de la falta de avance. También se requiere de oficio político, de generar alianzas, evitar hasta donde se puedan los diferendos entre los poderes.
Las campañas políticas serán difíciles, complejas para todos los candidatos, su triunfo dependerá (en parte) de cómo hagan los planteamientos para convencer a los indecisos, que suman miles, para que voten por ellos.
La economía, principalmente la micro, debiera ser uno de los temas principales, con planteamientos concretos.
En tres meses la mayoría de los mexicanos esperan conocer propuestas concretas y alcanzables de los candidatos a la presidencia.
Ojalá los aspirantes ya hayan hecho los ajustes necesarios en cuanto su forma de presentarse ante los diferentes auditorios, porque en las “precampañas” e incluso en el periodo de “veda electoral”, demostraron sus deficiencias.
Enrique Peña Nieto no sabe improvisar.
Josefina Vázquez Mota no sabe polemizar, además quedó más que comprobado que es molesto su tono para hablar, aburre su sonsonete, y que sus discursos son largos y tediosos.
Andrés Manuel López Obrador con el discurso “amoroso” está visto que perdió fuerza, perdió impacto ante la población.
Y Gabriel Quadri, bueno pretende hacer votar a los peces, con un inicio de campaña en el agua (literal), y aún no se sabe qué tan bien puede cautivar a las personas en un acto masivo.
