Y es que por cada acción que presume el gobierno estatal o capitalino, se suceden, como en cascada, 10 o 20 acciones delictivas que lesionan directamente a los ciudadanos de a pie, que padecen de robos en pequeño, ya sea porque entraron a su casa, porque abrieron su auto o porque lo apañaron en la calle, y que no necesariamente es una acción a gran escala que se presuma en los medios de comunicación, como para que la autoridad actúe de manera rápida y expedita.
Las autoridades ponen de pretexto que los marinistas no les dejaron presupuesto ni equipo; que hay déficit de policías porque no han pasado las pruebas de confianza; el vocero dice que son casos aislados, con la equívoca visión de que como no hay (aún) tiroteos y descabezados, entonces no pasa nada; pero lo cierto es que cada vez son más las voces de poblanos que han sido víctimas de un cristalazo o de la sustracción de sus bienes en su propia casa.
Todo esto, aunado a la cada vez más evidenciada incapacidad de los ministerios públicos para poder integrar correctamente las averiguaciones e investigar los hechos, lo que ha provocado que pocas sean las personas que se atreven a denunciar, con la esperanza vana de recuperar lo que les birlaron, pues resulta absurdo que a una persona que acude a denunciar que le robaron algo de su coche, le pidan las facturas originales para poder acreditar la propiedad.
Fuentes de los propios ministerios públicos aseguraron que la mayoría de los afectados que acuden a sus oficinas, levantan solo constancias de hechos y no denuncias como tal, lo que hace aún más difícil que se le de seguimiento al robo, dejándolo solo en eso: avisan que fueron víctimas, pero nada más.
Año con año, los gobiernos anuncian con bombo y platillo la entrega de más patrullas y armamento, lo cual ya no es garantía de nada, porque, según los propios ciudadanos, es equipo que sólo se ve un día, en el de la entrega, y se quedan guardados para siempre.
Versa el dicho: vale más un muerto en la esquina de tu casa que mil muertos en Timbuctú, y a los poblanos comunes les importa más que las autoridades persigan los delitos que les afectan directamente, más que ruedas de prensa con todos los reflectores para presentar a una banda de ladrones de cajeros de la Comisión.