Por Jesús Manuel Hernández
La última semana de noviembre el territorio mexicano ha sido presa de megabloqueos carreteros que abarcaron 29 estados y según las revelaciones de los comerciantes afectados, las pérdidas alcanzaron los 6 mil millones de pesos.
Las razones de los cierres fueron diferentes, de la Ley de Agua, la falta de apoyo al campo hasta la inseguridad que sufre el autotransporte al llevar mercancías a lo largo de la red carretera de México.
Las noticias divulgadas se concentraron en los daños colaterales que dejaron los megabloqueos, la pérdida de tiempo, afectaciones a viajeros, etcétera, pero en el fondo, quedó evidenciada la incapacidad de la Guardia Nacional para cuidar, vigilar, proteger, a quienes usan las redes carreteras.
Desde 1928 el gobierno federal se ocupó de dar protección a los usarios de los caminos y creó el Escuadrón de Agentes Vigilantes de la Oficina de Tránsito, una instancia dependiente del Departamento de Caminos de la SCyOP.
A lo largo del siglo pasado el cuerpo sufrió modificaciones pero siempre se mantuvo del lado de la misión de vigilar la seguridad y asistencia de quienes usaban la red de carreteras federales.
Pero ante la llegada de la 4T, AMLO denunció “falta de moral y disciplina” en la Policía Federal de Caminos y por tanto pidió su incorporación a la recién creada Guardia Nacional.
Por desgracia la medida no ha sido efectiva, los expertos aseguran que la formación militar difiere de la de un policía, y los encontronazos entre ambos dejaron secuelas.
La cantidad de asaltos sufridos a transportistas, civiles y políticos, en las carreteras y autopistas es la más clara evidencia de que la GN no ha podido con el paquete.
Un viejo policía federal de caminos, jubilado, me dijo hace poco “Andrés Manuel quitó a la Policía Federal de Caminos, y las carreteras se volvieron un botín para los delincuentes”.
Seis años de asaltos sin freno, son la muestra de la incapacidad, o el fracaso de los encargados de “cuidar los caminos”.
O por lo menos, así me lo parece.

