18-10-2024 04:03:07 AM

PAN: las dos caras del mando único

Por Valentín Varillas

 

Mientras el Partido Acción Nacional se deshace en críticas a la propuesta de implementar el mando único estatal, convenientemente olvidan que el que en algún momento fue su principal figura política, Rafael Moreno Valle, impuso en Puebla un mando único “de facto”.

Completamente al margen de la ley.

Sin haberse cumplido los protocolos legales, jurídicos y legislativos correspondientes, el mandatario estatal diseñó una estrategia para hacerse del control absoluto de los puestos estratégicos en materia de seguridad pública en los municipios más importantes.

La medida se pensó a partir de los contundentes triunfos electorales con los que se hizo el morenovallismo en la elección local de 2013. 

A principios de ese año, el Secretario de Seguridad Pública estatal, Facundo Rosas, convocó a cerca de treinta alcaldes electos para supuestamente revisar la estrategia conjunta de seguridad que implementarían, una vez que los ediles asumieran el cargo.

Los criterios para la selección de los invitados fueron muy claros: municipios con presupuesto y con problemas serios en sus niveles de incidencia delictiva. 

Desde el inicio del encuentro se hizo evidente que los fines eran otros.

Y es que, sin el menor cuidado de las formas, el funcionario les dijo a los alcaldes que ya no se molestaran en buscar a sus  próximos titulares de seguridad pública, que él ya había hecho el trabajo por ellos y que los tenía seleccionados.

Increíble.

Los asistentes no daban crédito a lo que estaban escuchando.

Al principio, Don Facundo argumentó que la decisión era producto de un sesudo análisis de la situación de cada uno de los municipios convocados y del tipo de delitos que azotaban a estas comunidades y que en base a lo anterior, se habían detectado los perfiles idóneos para ocupar los cargos.

Sus argumentos, sobra decirlo, no solo no convencían, sino que enojaban a quienes se sentían violentados en su autonomía.

Así que, vinieron los cuestionamientos.

Algunos de ellos, muy duros, francamente demoledores.

Y entonces, las formas se perdieron.

Al más puro estilo del régimen, se hicieron presentes el enojo, el berrinche y las amenazas:

“No se metan en problemas”.

“Déjenme a mí operar”

“Si no me hacen caso, no vengan después a quejarse, que yo no los voy a ayudar”.

Lo que no le dijo el secretario a los presidentes electos es que hay mucho fondo detrás de esto.

Y es que, Facundo Rosas había traído a Puebla a cerca de 100 agentes federales que trabajaron con él en el gobierno de la República, para insertarlos en los cargos estratégicos de seguridad en esos municipios.

Les prometió el cielo, el mar y las estrellas.

Una chamba más leve y mucho mejor pagada, además del control absoluto de la estrategia de seguridad en las entidades a las que fueran designados y sobre todo, apoyo incondicional del gobierno del estado para que las cosas no se salgan de las manos.

¿Cómo ve?

Puebla se convirtió así en el primer estado en implementar un mando policial único, no por convicción sino por imposición.

Con el sello de la casa.

Pero claro, en ese tiempo, nadie al interior del blanquiazul se atrevió siquiera a decir algo.

 

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