Por Valentín Varillas
Ya es oficial la presencia de los candidatos a la gubernatura en la universidad pública poblana.
Aparentemente, nada nuevo.
Sin embargo, hay una enorme diferencia entre esta comparecencia y la de años anteriores.
Por primera vez en décadas, la BUAP no será tomada como botín electoral.
Por nadie.
De ningún partido, color o ideología.
A pesar de que se suda fuerte la calentura sucesoria.
Con todo y las decenas de miles de votos potenciales que representan el control de esta comunidad.
La rectora Lilia Cedillo ha sido muy clara, demoledoramente contundente, sobre este tema.
Ha blindado a la institución del siempre atractivo y seductor canto de las sirenas políticas.
Y ha sabido transmitir de manera muy efectiva este mensaje a quienes ocupan posiciones de poder en el organigrama de la Benemérita.
Las tentaciones han existido, faltaba más.
Y desde todos los frentes.
Tampoco el gobernador Céspedes Peregrina ha caído en la tentación de tener en la universidad una importante ventaja competitiva para el partid en el poder.
Es evidente que hay quienes han intentado infiltrar sus tentáculos al interior, pero se han topado con pared.
Con un muy duro y sólido muro que mantiene a la institución completamente ajena de intereses que no sean los estrictamente académicos.
Por fin.
Ya era hora.
Lo anterior no quiere decir que la máxima casa de estudios del estado se vaya a mantener ajena al debate político poblano.
La universidad es el espacio ideal para que se presenten y contrasten las distintas propuestas para la resolución de los problemas prioritarios de nuestra Puebla .
El mejor foro para que estudiantes, académicos y trabajadores, tengan la materia prima necesaria para ejercer su voto en la más completa y absoluta libertad.
Sin presiones de por medio, como sucedía hasta hace muy poco tiempo.
Los nuevos aires que soplan en la institución, permitirán que se viva por fin, plenamente, el concepto de “universalidad”.
La BUAP ya es de todos los poblanos.
No sólo de recurrentes camarillas que la utilizaron y manejaron para beneficio personal.
Se les acabó el trampolín político y eso, simplemente, es motivo de celebración.
Habría que brindar porque la fiesta de la imparcialidad y la institucionalidad dure muchas décadas más.
Y que sea a la salud de los universitarios.
Total, motivos sobran