Por Jesús Manuel Hernández
Uno de los refranes con apellido poblano más bien aplicados al momento político actual, a ese que está pintado de morado, un color que por lo visto tiene la capacidad de borrar la mezcla del tricolor, es, sin duda alguna, ese de “platica poblano, mientras yo te gano”.
Nunca mejor dicho. La distracción acumulada por varias semanas dio resultado, los actores invitados se divirtieron, jugaron, no apostaron, no arriesgaron el pellejo, apenas y fingieron, en su mayoría, las apariencias, para abrir espacio a la oportunidad de aprovechar la distracción, captar las miradas, evitar la desbandada y al final cerrar con la mula de seises frente a la novatada.
¡Vaya espectáculo! El PRI se queda huérfano, sus principales actores fueron contratados al finalizar el segundo acto para trabajar en la otra compañía, a fin de cuentas, seguirán siendo actores, pero del otro lado habrá aplausos, regalías, nuevos contratos y por supuesto una promesa de “borrón y cuenta nueva”, por tanto al diablo con la trillada frase de “no cambiar caballo a la mitad del río”, aquí se impuso un criterio, ¡hay que sobrevivir!
Para algunos esta es una de las condiciones humanas inherentes al temor a la muerte, nadie quiere morir, ante la desesperación se busca cogerse de donde se pueda y Morena es un tablón de salvación, que además, los necesita y los recompensará.
Mientras tanto los militantes morenistas del último lustro, y un poco más, fueron llamados, convencidos, bien tratados y acordados y enfrentan el reto de la apariencia de estar unidos, juntos, pero no revueltos, más bien “agitados” como el Dry Martini perfecto.
Los sobrevivientes a este desgaste para muchos de ellos innecesario, pero para los jefes condición “sine qua non” para mantener el ejercicio del poder, mostrarán heridas, pero nada del otro mundo, nada que no pueda retocarse, en algunos casos bastará con agua y jabón.
Otros en cambio necesitarán un lengüetazo ensalivado, algún “curita” por aquí, un vendolete por allá, a lo más uno o dos puntos, pero ninguna herida de gravedad pues todo riesgo ha sido calculado, como en el pancracio mexicano donde las golpes solo suenan pero no se hace daño, las caídas son acomodadas, las piruetas y lances ensayados con antemano en medio de una expectación de las galerías para la gritería, para el espectáculo, o sea, la Lucha Libre.
Los actores sabían desde un principio que eso de “máscara contra cabellera” era un llamado propagandístico, los acercamientos fueron para encender al “respetable”, y alguno que otro tendido, pero los verdaderos aficionados sabían del cálculo y del progreso de los hechos que sin duda marcarán historia en la política aldeana.
En fin, toda una muestra, ésta la lucha interna de Morena, del “nuevo humanismo mexicano” con tintes del Pantone AF272F, pero eso pocos lo entenderán.
Después del anuncio de candidaturas, todos volverán a la foto, darán muestras de aceptación, serán congruentes y recibirán su recompensa, incluso alguno de los rebeldes con una propina no esperada, para que vean que hay agradecimiento y por tanto esperan lealtad.
Lo que queda claro es que Sergio Salomón Céspedes en esta operación muy a la poblana, se llevará el aplauso de Sheinbaum, de AMLO y de grupos que los acompañan pues ha demostrado que fue la mejor opción para reemplazar al barbosismo.
O por lo menos así me lo parece.