08-05-2024 04:19:47 PM

La génesis del cáncer priista

Por Valentín Varillas 

 

Las células malignas llegaron con el grupo político que gobernó de la mano de Enrique Peña Nieto. 

Una auténtica pandilla de corruptos impresentables que llegó al poder para hacer negocios millonarios, nada más. 

Jamás tuvieron entre sus prioridades plantearse la permanencia de su partido en la presidencia por lo menos un período más. 

Manejaron el país como una franquicia a la que había que sacarle la mayor cantidad de réditos posible, porque el contrato de operación duraba únicamente seis años. 

Por lo mismo, se cerraron a los demás grupos al interior. 

Los abandonaron. 

Incumplieron acuerdos y no repartieron posiciones. 

Gran error. 

Pero fríamente calculado. 

Sin embargo, las consecuencias fueron desastrosas. 

Desde las entrañas de aquel gobierno se empezaron a filtrar historias, casos y documentos que probaban la corrupción endémica con la que operaba aquella élite que se ostentaba como “el nuevo PRI”. 

Los que nos vendieron en sus propaganda que sí sabían gobernar. 

Con el control de la cúpula tricolor, hicieron y deshicieron a placer. 

Se apoderaron completamente del reparto de candidaturas, sin importarles los criterios de rentabilidad electoral. 

Mandaron siempre a los suyos. 

Acabaron a mansalva con los disidentes. 

Quienes se atrevían a levantar la mano para adelantar lo que hoy es una realidad: la inminente desaparición del tricolor. 

Apoyados por la fuerza de la operación electoral oficial, sus perfiles mantuvieron el control político de algunos estados. 

Ganaron pocos nuevos y perdieron otros más. 

Sus gobernadores, los que salieron de este nefasto clan, entregaron dócilmente sus estados al presidente López Obrador y su famosa 4T, a cambio de impunidad y todo tipo de premios políticos. 

El tiro de gracia.  

A la par, en lo que se refiere a la vida partidista también rindieron la plaza. 

Se olvidaron de la renovación de cuadros y del reto de darle forma a un proyecto político capaz de sumar a sectores de la sociedad que tradicionalmente no votan por el PRI. 

Los jóvenes, por ejemplo. 

Aquellos que, entre los 18 y los 40 años, forman parte importante del padrón electoral nacional y que siguen viendo al tricolor como lo más nefasto de la política nacional. 

La metástasis avanza. 

Llegó ya a infectar órganos vitales. 

Conectado a un respirados artificial, el Revolucionario Institucional reparte sus despojos entre los pocos oportunistas que le sobreviven. 

No les alcanza para nada. 

Por eso la desbandada hacia otros partidos con mayores posibilidades de hacer gobierno. 

De ganar elecciones y colar un número importante del total de las posiciones que estarán en juego en junio próximo.. 

A mediados del sexenio anterior, varios de los opositores a este mercantilismo puro como eje único en el ejercicio de gobierno, le hicieron llegar sus inquietudes al entonces presidente Peña. 

Adelantaban que la muerte del PRI estaba cerca si no se corregía el rumbo. 

Jamás los atendieron. 

Nunca los pelaron. 

Pero qué razón tenían. 

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