Por Valentín Varillas
Aunque las encuestas que definieron al virtual candidato de Morena a la gubernatura de Puebla mostraron una diferencia mínima en términos numéricos, el factor que inclinó la balanza fue el análisis del potencial de votos a obtener en campo.
Es decir, ya al momento de iniciar formalmente su campaña.
En la óptica de Palacio Nacional, Armenta maximizaría el número de sufragios efectivos -contantes y sonantes- a obtener en el estado.
Las razones son varias, a pesar de lo cerrado de los ejercicios demoscópicos.
Pero la principal, es que el ex senador garantiza de mejor manera que los liderazgos del PRI se sumen gustosos a su proyecto.
Sin pretextos ni medias tintas.
Desde hace meses, Alejandro y sus operadores sembraron la semilla de todo tipo de acuerdos, amarres, promesas con quienes en teoría representan a un partido opositor a la 4T.
Presidentes municipales, diputados con control absoluto de distintas zonas del estado que, por sus niveles de concentración poblacional, aportan boletas marcadas con el logo color vino.
Igualmente, el perfil de Armenta facilita que en los municipios conurbados a la capital e inclusive en la misma ciudad de Puebla, se opte por perfiles que le puedan disputar de mejor manera la elección al PAN.
La misma frialdad de los números indica que el blanquiazul es hoy el rey de las zonas urbanas.
La derecha institucional le apuesta a ganar por amplio margen estos municipios como arma única para abonarle sufragios al proyecto de Eduardo Rivera, muy débil en el resto del territorio poblano.
Desde el más absoluto pragmatismo, los operadores de Armenta tendieron puentes que nunca soltaron y que ahora se convierten en una valiosa materia prima que le suma a su proyecto político.
Y al del resto de los candidatos del oficialismo.
Incluido al del propio Ignacio Mier, quien será el primer lugar de la fórmula que competirá por el Senado de la República.
Porque ahora sí, definidas estas dos primeras posiciones, van ya en el mismo barco.
El mismo al que se sumarán muy pronto los que aspiren al resto de los cargos de elección popular que se van a disputar el año próximo.
Pasadas las calenturas personales, la línea del presidente es y ha sido muy clara: ganarlo todo a como dé lugar.
Y en ese tenor tendrán que actuar.
“Vota todo Morena”- será la frase que con más frecuencia e intensidad veremos, una vez que inicien oficialmente las campañas.
Nada de votos diferenciados, traiciones, sabotajes o patadas por debajo de la mesa.
Un descalabro en Puebla que pudiera cerrar la elección presidencial, o bien no sumarle el número de diputados federales y senadores considerados en el presupuesto electoral del presidente, sería una tragedia para todos.
Aparezcan o no directamente en las respectivas boletas.
Y ante un escenario así, créame, nadie traga lumbre.
Unidad por convencimiento o por obligación, pero la verdad es que no tienen de otra.