Por Alejandro Mondragón
Ahora que se avecina la cargada a favor de Claudia Sheinbaum como coordinadora nacional de la Cuarta Transformación, bien vale la pena enfatizar en la palabra lealtad.
La exjefa de Gobierno de la Ciudad de México recibió el respaldo total del entonces aspirante a la gubernatura de Puebla, Sergio Salomón.
Fue él quien sirvió de puente directo entre Luis Miguel Barbosa y Claudia Sheinbaum.
A la muerte del entonces exgobernador la virtual candidata presidencial otorgó todo su respaldo para que Sergio Salomón fuera electo sustituto de Barbosa.
Operó en la Ciudad de México con quien tenía que hacerlo. Los diputados locales de Morena se sumaron a la decisión y de los opositores (salvo Rafael Micalco) se encargó el mismísimo Sergio Salomón.
Van juntos en el proyecto que desde ayer encabeza Claudia, pero que años atrás trabajan.
Salomón ha logrado en nueve meses tener la confianza del mandatario saliente y la que podría ser la entrante.
Como mandatario dio un paso hacia un lado para garantizar el piso parejo, pero siguió la ruta que llevó a ganar a la doctora.
Está claro que todavía vendrá una sacudida por posiciones en el 2024. Se disputa además de Palacio Nacional, nueve gubernaturas, el senado, la cámara de diputados federal, los Congresos locales y las alcaldías.
Pero en política, salvo alguna excepción, suele premiarse la lealtad.
Y asumir que -en los estados morenistas- la estructura, el contacto con liderazgos regionales y la movilización pertenece a los gobernadores para fortalecer el proyecto de López Obrador que no es otro más que la continuidad de la Cuarta Transformación.
Un mandatario gana, pero también puede hacer perder.
La historia política tiene muchos ejemplos.
