23-11-2024 10:50:00 PM

La corcholata abollada

Por Valentín Varillas

 

3 de mayo de 2021: se desploma un vagón de la línea 12 del Metro.

23 muertos como saldo fatal.

Más de un centenar de heridos.

7 de enero de 2023: choque de trenes en la línea 3 del mismo sistema de transporte colectivo.

2 muertos y 59 heridos es el saldo preliminar.

¿Accidentes?

Para nada.

Estas tragedias son producto fatal de la más absoluta negligencia y de un voraz apetito político.

En el 2022, el Metro de la CDMX contó con un presupuesto específico para invertir en mantenimiento y mejoras en su operación de casi 5 mil millones de pesos.

Ejerció poco menos de 2 mil.

Ni siquiera el 40%.

Se trata de recursos legalmente presupuestados con un origen y destino muy claro.

Esto no es una opinión, mucho menos un sesgado punto de vista con fines políticos.

Son datos duros que tienen como fuente la Secretaría de Finanzas del gobierno de la capital.

Ese que encabeza Claudia Sheinbaum.

No se confunda, esto no es austeridad.

Es un crimen social.

El Metro es utilizado diariamente por más de 2 millones 300 mil personas.

Ellos, debido a las penosas condiciones en la que se encuentra, se juegan la vida en  cada viaje.

Si el gobierno de Sheinbaum fuera eficiente, los capitalinos tendrían que gozar de un medio de transporte seguro, efectivo, que, en el colmo de la paradoja, se paga con parte de los impuestos de sus usuarios. 

Un gobierno que no gasta en lo que debe de gastar es un gobierno criminal, corrupto, que debe de ser juzgado y etiquetado con el mismo rigor que aquellos que en su momento sangraron al erario.

A contrapelo de los pésimos resultados que ha dado como gobernante, la precampaña de Sheinbaum camina con la precisión de un relojito suizo.

Con perfecta sincronización y eficiencia de ha tapizado el país con espectaculares que promueven su imagen.

40 millones de pesos, calculan los enterados, se ha gastado en esta estrategia publicitaria.

Lo mismo sus giras por todo el país.

Ya sea los fines de semana, o como enviada para representar al gobierno de López Obrador en eventos oficiales a lo largo y ancho de la República mexicana.

Surrealismo puro.

Ese que se explica en buena manera bajo la óptica del favoritismo presidencial.

Sheinbaum siente que puede hacer lo que quiera o como quiera, gracias al manto protector de Andrés Manuel.

Sin embargo, Claudia empieza a ser un pesado lastre en el proceso de sucesión rumbo al 2024.

Otros aspirantes no están de acuerdo con las constantes violaciones que lleva a cabo la jefa de gobierno a las leyes electorales.

Y han acudido a tribunales, como es el caso de Marcelo Ebrard.

Tampoco está feliz Adán Augusto, pero el prepara ya una “revancha” mucho más efectiva y elaborada que reventará cuando lleguen los tiempos.

Y no falta mucho.

Por cierto, mientras Sheinbaum se desmorona como producto electoral, lo bonos de las otras corcholatas van a la alza.

Al canciller se le encargan, entre otras cosas, cuestiones prioritarias de la relación con Estados Unidos que ha podido sortear con éxito.

Adán Augusto se ha convertido en el operador político único del presidente.

Trae las relaciones con gobernadores, partidos, sindicatos, empresarios y demás instancias importantes en la vida pública nacional.

Sus giras por todo el país lo han hecho crecer de manera exponencial en términos de conocimiento y potencial intención de voto, en tiempo récord.

Dinámicas completamente distintas.

Con Claudia, en el 2021 Morena perdió en la capital posiciones importantísimas, estratégicas, de alto valor político.

La necedad de AMLO, si decide imponerla, podría poner el riesgo la continuidad de la 4T en la presidencia de la República.  

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