22-11-2024 09:56:37 PM

El laberinto de Claudia Rivera

Por Alejandro Mondragón

 

Días antes de decretar el primer confinamiento por el coronavirus, el gobernador Luis Miguel Barbosa acordó con la entonces alcaldesa Claudia Rivera Vivanco intervenir en la operación de la seguridad pública en la capital.

 

En Casa Aguayo cenaron pastel de carne, hecho por Doña Rosario Orozco. Ahí Rivera Vivanco selló el acuerdo que se ejecutaría dos días después con el aval del Cabildo.

 

La alcaldesa incumplió de última hora lo convenido y mantuvo como secretaria de Seguridad Pública a Lourdes Rosales.

 

Traicionó el acuerdo, así de simple. Las relaciones quedaron rotas.

 

Rivera Vivanco aseguraba que tenía todo el apoyo de Palacio Nacional para reelegirse y que no necesitaba al barbosismo.

Su discurso fue siempre la defensa de la mujer y su rechazo absoluto a la violencia de género. Nada más que la exconsejera jurídica, Yasmín Flores Hernández, la denunció por lo que tanto decía defender. La llevó a tribunales y ganó todas y cada una de las instancias.

 

La exalcaldesa se quedó sin su razón para ganar las elecciones, amén de diversas irregularidades cometidas en su gestión. Su adversario Eduardo Rivera se quedó con la alcaldía.

 

Ahora con la marcha organizada por el barbosismo a favor de la Cuarta Transformación, Rivera Vivanco quiso jalar reflectores.

 

Y mientras 100 mil personas marchaban con la nueva clase política morenista en Puebla, ella se tomaba su “cafecito” con el líder nacional, Mario Delgado, quien en los hechos ha quedado rebasado en la toma de decisiones.

 

Rivera Vivanco debe saber que quién traiciona una vez, traiciona dos veces.

 

Regla de oro de la política.

 

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