Por Valentín Varillas
Armenta y Abdala entendieron por fin que, el derrotero que tome la próxima elección en Puebla, tendrá que pasar necesariamente por el gobernador Barbosa.
En cualquiera de los posibles escenarios: en todos, el mandatario poblano tendrá un peso específico real.
Por eso su presencia en la marcha del domingo.
Obligada, o no.
Asimilaron que la operación aritmética que más le conviene al presidente en el proceso de sucesión en Palacio Nacional y en general, en el desempeño de los candidatos de Morena en el 24, es la suma.
No la resta.
Mucho menos la división, aunque ésta siga siendo la apuesta de quienes no pueden o de plano no quieren leer con realismo la coyuntura actual que se vive en el estado.
Más allá del pragmatismo político, también se trató de una medida de congruencia.
¿Cómo estar en contra de la marcha en Puebla, cuando se sumaron alegremente al llamado de López Obrador apenas una semana antes?
Y con la misma premisa; con idénticas reivindicaciones.
¿Sólo porque rivalizan políticamente con el convocante?
Haber faltado hubiera sido, además de pueril, una prueba contundente, monumental, de que sus apetitos personales están por encima de su compromiso con el partido y el movimiento que encabeza el presidente López Obrador.
Un suicidio político, después de aquella reunión de finales de septiembre pasado, en donde AMLO se reunió con los 21 gobernadores de Morena para darles absoluta libertad de operación en sus entidades, con el objetivo único de maximizar el número de votos en todo el territorio nacional.
Así que, estuvieron donde tenían que estar y ya.
Nada más.
Su asistencia no define nada todavía.
Su ausencia, los hubiera puesto en una complicadísima realidad.
Más allá de la trinchera en la que se encuentren, ambos tendrán una responsabilidad concreta en el desempeño del partido en el poder en el 24.
Y les guste o no, tendrán que sumar para garantizar un triunfo en la presidencia de la República y en la gubernatura del estado.
Llegó la congruencia al fin.
¿Habrá sido apenas un destello?
¿O de plano ya se están dando pasos firmes hacia la institucionalidad?
Lo veremos cuando llegue el momento de las definiciones.