Por Jesús Manuel Hernández
En el pasado, cuando el poderoso tricolor dominaba las mentes, los deseos, el presente y el futuro, poco importaba la opinión de la sociedad para elegir candidatos, se privilegiaba la suma de los intereses de los grupos de poder en todos los ámbitos.
Así, la CTM del poderoso Fidel Velázquez tenía de alguna manera “mano” en eso de los destapes; en el caso de Puebla sucedía algo similar, Blas Chumacero, que alguna vez pudo ser candidato a gobernador, debía dar su opinión y tras de él los líderes de otros tantos sindicatos obreros y campesinos, así se conseguía la pretendida “unidad” del partido.
Una vez destapado el aspirante, el delegado del PRI y el gobernador o Presidente en turno daba los elementos necesarios para una operación a la que se le llamaba coloquialmente “vestir a la muñeca”, es decir, un conjunto de acciones a fin de convencer al pueblo de que esa era la mejor figura para competir, lo demás era el trabajo de Acción Electoral, donde había expertos, camuflados en cargos públicos, disfrazados de notables políticos pero que en realidad su experiencia se refería a esa capacidad de “hacer votar hasta los muertos”.
En la últimas semanas los poblanos hemos sido testigos de una buena parte de operaciones de cómo se debe vestir a la muñeca, o a las muñecas en el caso local, ante la inminente decisión de que sea Claudia Sheinbaum la “favorita” en la sucesión, al menos por el momento, pues en la agenda de riesgos hay varios pendientes que pudieran hacer cambiar el escenario.
El hábil gobernador ha puesto su toque personal y enviado a una de las figuras favoritas para sucederle en el cargo, o por lo menos así se lo ha hecho creer a varios de sus cercanos, Olivia Salomón, quien aprovechando la presencia de Fernando Savater captó los reflectores junto a Claudia en un escenario nuevamente “universitario” pero con el adjetivo, el toque, la pátina “empresarial”.
Vaya situación, la Buap sede de una conferencia magistral de un filósofo identificado con la divulgación de un principio ausente en muchas de las prácticas de la vida cotidiana: la ética.
Pero en la guerra y en el amor, por lo visto, oído y leído, se vale todo, hasta que Claudia y Olivia hablen de ética empresarial.
Hace unos años Ricardo Velázquez, entonces cercano al gobernador Mario Marín se dio a la tarea de traer a su maestro Fernando Savater a Puebla y desde las “alturas” le organizaron una conferencia de prensa donde los reporteros, no informados, no avisados, más bien pastoreados, confundieron a don Fernando con Alfonso, el de la Federación Mexicana de Futbol.
El caso es que Sheinbaum tiene un pie puesto en Puebla, dicen que el apellido “Pardo” le identifica con algunas familias locales, y Olivia Salomón ha sabido aprovechar convenientemente su presencia.
Hubiera sido interesante que la conferencia de don Fernando fuera sobre otro de sus libros, “Política para Amador”, y escucharle aquellas reflexiones de: “Por otra parte, los políticos suelen estar dispuestos a hacer más promesas de las que sabrían o querrían cumplir. Su clientela se lo exige: quien no exagera las posibilidades del futuro ante sus electores y hace mayor énfasis en las dificultades que en las ilusiones, pronto se queda solo. Jugamos a creernos que los políticos tienen poderes sobrehumanos y luego no les perdonamos la decepción inevitable que nos causan. Si confiásemos menos en ellos desde el principio, no tendríamos que aprender a desconfiar tanto de ellos más tarde” (p. 168).
Cuando presentó su libro de Política para Amador a don Fernando le preguntaron esto: “Define el populismo como la democracia de los ignorantes, ¿se refiere a los líderes o a los electores?”
El filósofo respondió: “Son los ciudadanos. El problema no es el político en sí, que suelen ser demagogos e ignorantes, sino que el problema está en la gente que lo elige. Hay otras formas de populismo, los que se imponen por la fuerza. Hay dictadores que se imponen por medios populistas, por ejemplo, pero el problema es cuando los ciudadanos eligen al populista”.
¿Qué tal hubieran sonado esas palabras la noche del viernes?
Mientras tanto, José Antonio Martínez sigue de gira, Armenta juntando seguidores con camiseta, promoviendo el ejercicio y la alimentación saludable, y paseando a su perro en camioneta.
Y Nacho Mier ventaneado por Raymundo Riva Palacio por “cataflixiar” la reforma a la ley que permite al ejército permanecer en las calles por la candidatura de Puebla, un asunto bochornoso, calificado por el gobernador como “pueblerino”.
¿Y el PRI? Bueno pues haciendo el juego a quien todos sabemos. El dueño de la franquicia mandó al dirigente estatal Néstor Camarillo a “avisar” que el PRI puede ir solo en el 2024 en Puebla y recuperar la gubernatura bajo la premisa de ”somos unos chingones”.
¿A quién de las corcholatas locales le cayó como anillo al dedo la propuesta, incluida la dirigente de Morena? Adivina, adivinador…
La política está pasando por el espectáculo, o más bien, el espectáculo se ha convertido en la política.
O por lo menos, así me lo parece.