Por Alejandro Mondragón
Si de regresar al pasado se trata, la Cuarta Transformación continúa con su modelo de volver a lo que ya se sabe jamás funcionó.
En esta ocasión es el Paquete Contra la Inflación y la Carestía (Pacic), el cual plantea evitar que bienes y servicios eleven sus precios.
La principal aportación, para variar como en el pasado, es la iniciativa privada, pues se aprieta el cinturón ante la crisis de costos y sostiene sus tarifas.
El problema es que los precios que hoy se controlan ya subieron más de la cuenta en el presente año. Sólo hay que preguntar a las amas y amos de casa para constatar.
Se trata de paliativos ante la cresta inflacionaria, porque no se observa en ninguna parte de la propuesta que el gobierno asuma recortes al gasto público.
Esa sí sería una medida de fondo, pues la expansión del dinero público constituye la principal presión a la inflación.
Pero además los programas clientelares del gobierno de Andrés Manuel López Obrador representan gasto, no inversión. No hay punto de retorno, sólo se otorgan subsidios para su base político electoral.
Ya en el pasado, los acuerdos económicos se convirtieron en pactos de solo dar y dar, pues la mayor carga recaía en la iniciativa privada, mientras el gobierno se mantenía ajeno a cualquier sacrificio.
El esquema de “amarrar precios” o, mejor dicho, controlarlos, representa un paso atrás en el modelo de competencia, donde la mayor parte de los productos básicos se rigen bajo la oferta y la demanda internacional.
Es en pocas palabras, otro regreso al pasado, con modelos económicos que exhibieron ya sus fallas, pero ahora se ofrecen como panacea frente a una realidad de competencia internacional.
Como dice el clásico: quién no conoce su historia está condenada a repetirla.