Por Alejandro Mondragón
Todo apunta a que el gobernador Luis Miguel Barbosa zanjó a su favor la relación con el gobierno federal.
Reacomodos en el gabinete de Andrés Manuel López Obrador le han favorecido: las salidas de Alfonso Durazo en Seguridad Pública, Olga Sánchez Cordero en Gobernación; Julio Scherer, consejero jurídico.
También el retiro de Rodrigo Abdala como superdelegado federal abonó en la temática de la 4T para Puebla. El problema del rezago en las vacunas para la entidad está por resolverse.
López Obrador arriba a su tercer año de gobierno con una aprobación del 60 por ciento, según la encuesta del diario Reforma, principal medio crítico de la Cuarta Transformación y las acciones presidenciales.
El mandatario federal ahora empieza a recaer sus decisiones en los gobernadores/as para permear más en su propósito de consolidar su proyecto.
De ahí que mandatarios/as como Claudia Sheinbaum, Luis Miguel Barbosa, Cuitláhuac García, Rutilio Escandón y los que comenzaron a tomar posesión de sus cargos abonarán sobre lo que quiere el presidente y nadie más.
En la asignación del presupuesto para las entidades podría confirmarse dicha hipótesis, en el entendido que cariño que no se nota en las arcas estatales no es cariño.
Las semanas que vienen serán fundamentales con un nuevo Congreso local y presidentes/as municipales para tener todos los hilos de poder para los fines de la 4T.
Y ahora sí definir qué hacer con Morena, partido que entrará en la tónica con dirigentes que respondan más a López Obrador y no a las camarillas que se repartieron candidaturas y posiciones en la última elección.