Por Alejandro Mondragón
El Tren Turístico Puebla-Cholula partía desde la antigua estación del ferrocarril en la 11 norte para llegar a la zona ferroviaria, aledaña a un área de negocios donde se ubican comercios, restaurantes y notaria de Sergio Moreno Valle, primo del exgobernador finado.
¿Y luego los morenovallistas se indignan por el modelo de negocio que creó con la obra pública para favorecer a parientes, amigos y testaferros?
El Tren Turístico fue un auténtico fiasco. Hoy se sabe que cuesta al erario mil 500 pesos por usuario, peeeero en el PAN, en voz de Genoveva Huerta, reclaman su permanencia y que se le invierta más.
Desde el diseño hasta su construcción, este sistema ferroviario estuvo plagado de irregularidades. Su responsable Diego Corona Creeman hizo lo que quiso con los recursos, encareció el proyecto y jamás rindió frutos en términos de aforo de pasajeros, salvo en su arranque que no se cobraba.
Ahora es un elefante blanco, como otras “magnas” obras que se ofrecieron a Puebla a elevados costos, mediante la hipoteca de las arcas locales.
En el PAN no se cansan de censurar los indicadores de pobreza, pero se les olvida que sus gobiernos se encargaron de dilapidar fondos federales, estatales y hasta municipales en aras de crear un proyecto de ornato presidencial.
Obras, como la del Tren Turístico, hasta el 2039 acabarán de pagarse, pero el problema es que los recursos para atender la marginación y pobreza no se tendrán.
Ya el gobernador Luis Miguel Barbosa anunció una investigación por sobrecostos e inviabilidad financiera del servicio.
Tales recursos tendrían que haber terminado en la canasta popular de quienes menos tienen, pero acabaron en los bolsillos de los morenovallistas que hoy están indignados por tanta pobreza.
Tantita madre, pues.