Por Valentín Varillas
35 millones de pesos por kilómetro, pagamos los poblanos en tiempos de Rafael Moreno Valle por la famosa ciclovía construida en el Blvd Hermanos Serdán.
La más cara del país.
Así lo presumían, sin ningún pudor, los propios incondicionales del entonces gobernador.
Ni tantita vergüenza, mucho menos una pizca de madre.
Un bodrio ridículo que ofende la retina y que desde su génesis, fue reprobado por los auténticos especialistas en materia de movilidad urbana.
“No va a servir para nada”-se cansaron de recomendar, sin ser escuchados.
Tenían un argumento demoledor: su trazado y ubicación iban a resultar estériles, si la intención real era masificar el uso de la bicicleta como medio de transporte alternativo en la ciudad.
Con todos los beneficios que esto hubiera implicado.
Pero había que hacer negocio a como diera lugar.
Y sobre todo: existía la urgente necesidad de aparentar un gobierno eficiente, que trabajaba, que generaba y generaba obra pública para mejoramiento de la infraestructura urbana.
Un enorme teatro de sombras en el que millones creyeron.
Parte de las obras faraónicas que, a diferencia de las que se llevaban a cabo en otros estados, aquí nos costaban hasta 10 veces más sin beneficios adicionales tangibles.
Como las pavimentaciones con concreto hidráulico, las que en teoría no necesitaban mantenimiento por décadas y acabaron colapsando apenas en sus primeros meses de operación.
No aguantaron las “lluvias atípicas” con las que los gobiernos justifican siempre su ineptitud.
¿Y qué tal el teleférico?
Ese elefante blanco, también el más caro del país, por el que los poblanos pagamos más de 522 mil pesos por metro, cuando el gobierno de Querétaro, el segundo más caro de México, pagó apenas 154 mil : 70% menos.
Lo mismo pasó con los puentes “atirantados”, que por su diseño y construcción no son técnicamente atirantados, pero que con este pretexto los realizaron con un sobreprecio promedio del 400%.
Sí, ser poblano salía muy caro en tiempos de Moreno Valle.
Y en el colmo del descaro, en aquella administración se ensayó una alquimia presupuestal que endeudó al estado a niveles históricos, siempre afirmando en el discurso que todo lo hecho en un sexenio fue “sin pedir un solo peso prestado”.
La ciclovía no sirve, nunca sirvió realmente, fue el pretexto para los muchos y más descarados atracos a las arcas del gobierno y lo peor: hoy es un peligro real para cientos de miles de personas que diariamente circulan por ahí.
Poco a poco, así, se irán cayendo poco a poco los mitos fantásticos de la “Puebla moderna”, las piezas de un costosísimo castillo de naipes que no resistirá el inevitable paso del tiempo.