Por Alejandro Mondragón
Vejaciones, desigualdad laboral, acoso, bullying y malos tratos son algunas de las quejas que en pleno proceso comicial, denuncia personal del Instituto Estatal Electoral.
Ello, afirman, explicaría en buena parte las fallas en la revisión de expedientes de candidatos/as y desatención de denuncias contra irregularidades electorales.
Hay tres responsables de la Dirección de Prerrogativas a Partidos Políticos: Alejandro Niklenson, Rossana López y Norma Angélica Jasso.
El primero de los nombrados (Niklenson) fungía como encargado de despacho de dicha Dirección hasta antes de la llegada de Iris Conde Serapio y en colusión con las otras 2 jefas cometía toda clase de atropellos y vejaciones hacia el personal que no le caía bien a este señor, tales como horarios diarios extenuantes de 9 de la mañana a las 2 de la madrugada o enviar al personal como castigo 2 a 3 semanas de manera diaria a la bodega del IEE, a fin de acomodar cientos de cajas con documentos de partidos políticos que datan desde 1999.
Aquel personal que se opone o protesta le echan más sobrecarga de trabajo, incluso fines de semana, hasta obligarlo a renunciar, mientras Niklenson se da el lujo de llegar a trabajar a la una de tarde.
Rossana López Barranco funge como coordinadora de oficina de la Dirección de Prerrogativas. Es la que opera las órdenes de castigo al personal, sobrecargas laborales.
Una de sus técnicas de acoso es enviar 30 o 40 archivos escaneados en PDF de 400 a 500 fojas cada uno, a primera hora de la mañana al whatsapp para hacer el entregable en dos horas sin explicar la actividad a realizar. Otra que suele llegar a trabajar al medio día, siempre dice que anda “cruda”.
Y Norma Angélica Jasso, quien funge como jefa de oficina de la Dirección de Prerrogativas y proviene de la CDMX. Maneja viáticos para favorecer sus intereses y en múltiples ocasiones se queda con el dinero.
Nada más hay que checar las fotos en las que Niklenson y Rossana López realizan su “arduo trabajo”. Uno navega en la computada del IEE en mercado libre y la otra con su cigarrito y celular en mano.
Ahora se explica el desorden que existe en el organismo y por qué el consejo general queda mal en su función de árbitro.