Por Alejandro Mondragón
Una alerta de búsqueda han lanzado desde Morena, aquellos liderazgos que dieron su respaldo a Mario Delgado, porque simplemente no lo hallan.
Ya lo buscaron hasta los sótanos de la sede morenista. Lo último que se supo es que desapareció en medio de una lluvia de huevazos en Colima.
Mario Delgado dejó en la estructura de Alfonso Ramírez Cuéllar las decisiones de organización del proceso electoral interno.
Se olvidó que hoy Morena está en el poder. Apostarle a lo último que le queda al presidente Andrés Manuel López Obrador de bono democrático es evidenciar su ingenuidad.
Ha sido un cero a la izquierda. En las entidades que han resuelto candidaturas, por la vía de encuestas, las protestas se multiplican y el repudio persiste.
Delgado fue devorado por la estructura morenista que lo ha hecho su rehén, mientras él se enfrasca en debates en redes sociales.
¿Y el partido?
¿Qué cuentas entregará, después de la elección de junio?
En Puebla, siguen los pleitos por las posiciones. Las disputas se dirimen en tribunales electorales, cualquiera se aprovecha de su ingenuidad, repito.
Hace unas semanas, un exaspirante a la dirigencia nacional de Morena, Pablo Salazar (conocido por haber participado en audios para conspirar contra Luis Miguel Barbosa) acudió a dar su respaldo a Delgado, quien había ganado la encuesta a Porfirio Muñoz Ledo.
Al concluir su reunión, abrió la puerta y estaba esperándolo el impresentable de Julio Lorenzini, a quien Salazar señaló como su carta fuerte para Morena en San Pedro Cholula.
Apenas lo saludó, Lorenzini pidió una foto con Delgado para después presumirla como que había ido a reunión con él y éste le había dado su respaldo.
Ese es el personaje que eligieron en Morena para encabezar la guerra electoral que define la viabilidad o no de la 4T de AMLO.
Ya sé.