Por Valentín Varillas
El derrumbe real de Leoncio Paisano se dio mucho antes de que acabara su administración.
En su soberbia y falta de habilidad política, subido ya al pequeño ladrillo de su coto de poder, se dedicó a abrir frentes innecesarios con personajes y grupos que en su momento fueron fundamentales para llevarlo a la presidencia municipal de San Andrés.
Empresarios, líderes sociales y hasta caciques, todos ellos piezas importantes para que ese municipio fuera un bastión del PAN por casi dos décadas.
Apoyaron con recursos y movilización a los candidatos del blanquiazul y mostraron con contundencia lo eficientes que pueden ser en la arena político-electoral.
Distanciarse de ellos fue, por decir lo menos, un error fatal.
No le perdonaron jamás su penosa y lastimera sumisión al gobernador Moreno Valle.
Esa que lo orilló a tomar decisiones que afectaron no solo a la mayoría de los cholultecas, sino a esas élites que habían jugado el papel de aliados.
De entrada, ese grupo de notables no vio con buenos ojos el hecho de que el gobierno municipal decidiera no acudir a la Suprema Corte de Justicia de la Nación para intentar revertir la decisión tomada por el congreso local en materia de límites territoriales.
Presionaron con todo al entonces síndico Paulino Pedro Lozada Cuaya y al propio Paisano, para que armaran el expediente correspondiente y pelearan el caso en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Ni los pelaron.
Los funcionarios prefirieron enemistarse con ellos que con el gobernador del estado.
Algo similar pasó con la construcción del Parque de las 7 Culturas.
Rafael Moreno Valle, después del escándalo Chalchihuapan, decidió trasladarle el costo político y de imagen a los presidentes municipales involucrados.
Esto a pesar de que la idea y desarrollo del proyecto habían sido autoría del mandatario estatal.
En el caso de San Andrés, el precio pagado por Leoncio fue demoledor.
En tiempo récord y más allá de las élites, Paisano unió a la población en su contra, al grado de que la gobernabilidad en el municipio llegó a estar sostenida con alfileres.
El encarcelamiento de las “cabezas visibles” del movimiento en contra de la realización del proyecto –ordenada desde la oficina principal de Casa Puebla- y las más de 10 órdenes de aprehensión giradas en contra de más opositores, empeoró su realidad.
Estas acciones fueron interpretadas como una intromisión “inadmisible” del gobierno del estado y sirvieron para que la enorme mayoría de los habitantes de San Andrés viera con simpatía las protestas, en detrimento de la imagen del alcalde.
No toleraron que se pusiera en riesgo el patrimonio cultural e histórico del lugar.
Por su parte, los grupos político y económico del municipio, vieron con toda crudeza la debilidad y la ineptitud en la operación política de quien en su momento perfilaron para gobernar.
Por eso, dejaron de apoyar en la coyuntura del 2018.
Algunos de plano, le jugaron en contra al candidato del Paisano, Edmundo Tlatehui.
Otros, para no generar un rompimiento tan drástico, simplemente no movieron un dedo para apoyar al abanderado blanquiazul.
La derrota acabó siendo vergonzosa, tanto, como el saldo final que arrojó el que es considerado hasta la fecha, el peor trienio en la historia de San Andrés Cholula.