Por Alejandro Mondragón
Esos señores y señoras de la Cuarta Transformación van a empezar a comprender que cada vez el poder es más difícil de ejercer y más fácil de perder.
La encuesta nacional del diario Reforma establece una caída de 19 puntos en un año en la aprobación del presidente Andrés Manuel López Obrador y de 9 puntos en lo que va del 2020. Además, se duplicó el índice de rechazo.
En Puebla, otras evaluaciones locales establecen un nivel del 39 por ciento de aprobación para AMLO, frente a un 33 por ciento de rechazo.
López Obrador tenía en Puebla una plaza favorable. En 2012 y luego 2018 los ciudadanos y ciudadanas se volcaron a favor de él y su causa.
Ahora, las cosas simplemente empiezan a cambiar.
La indolencia frente a temas como el feminicidio y la incesante inseguridad son factores que cobran factura política al mandatario, quien todavía sigue en su discurso del México feliz.
Se viven tiempos violentos que la 4T ha sido incapaz de contrarrestar con políticas públicas. Se cree que el discurso de culpar al pasado o neoliberalismo es más que suficiente.
Que la caída en la aprobación de quien hizo ganar en las urnas a todos en el 2018 ocurra en un año no electoral resulta preocupante. De encendido de los llamados focos rojos.
A seis meses del arranque formal de la campaña electoral del 2021, se acentúa el factor rechazo por falta de respuesta.
El 9 nadie se mueve tampoco abonará a la causa lopezobradorista. Por el contrario, lo van a colocar en el mismo banquillo que en su momento pusieron a Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto.
El horno ya no está para bollos. Menos si la magia de la mañanera se evaporó por el desdén.
AMLO quedó como todos los que detentan el poder: viviendo su mundo feliz.
