Por Jesús Manuel Hernández
Las consecuencias de los feminicidios incontenibles en México están cavando un hoyo muy grande que no se tapa con las mañaneras y tampoco con las protestas. Un asunto de sistema patriarcal que genera la violencia en la familia se ha impuesto desde hace décadas en México y ahora las consecuencias cuestionan la eficacia del sistema político mexicano, del gobierno, de los políticos, del partido que sean.
En su informe de este fin de semana la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (CONAVIM) dejó en claro que el sistema de justicia ha sido incapaz de resolver las 6 mil denuncias de violencia contra las mujeres, sucedidas en territorio mexicano, y que por tanto los responsables permanecen en la impunidad absoluta.
Hay muchas “Ingrid” y muchas “Fátima” en el anonimato. Y hay una incapacidad en las investigaciones que protege a los delincuentes.
El Presidente López Obrador está pisando terrenos lodosos, el llamado a “Un día sin nosotras”, ha sido cuestionado por el mandatario, se refiere al movimiento como uno más de los frentes de la derecha, con lo cual se incrementa la crítica de las llamadas feministas y de quienes llaman al paro nacional del 9 de marzo.
El asunto se presenta como uno de los factores más importantes en un escenario contrario a la 4T, salpicado de las divisiones internas y la ineficacia para resolver las denuncias.
Las reacciones oficiales poco aportan en la solución del problema.
La Conavim, por ejemplo, aportó menos de 2 millones de pesos en su presupuesto federal para el caso de Puebla a fin de prevenir la violencia; los diputados federales piden aumentar de 60 a 65 años de prisión a quienes cometan feminicidios. Como si el presunto asesino se pusiera a reflexionar si matar o no matar, por cinco años de diferencia en prisión.
El caso de Fátima por eso ha sido tomado como ejemplo. Los videos donde se logró identificar a quien se roba a la niña fueron proporcionados por la familia de Fátima, no por las autoridades, con ello se demostró la ineficacia en la investigación.
El gobierno federal no aporta soluciones y desoye las voces de quienes han investigado el tema desde hace décadas.
La violencia contra la mujer es un asunto del sistema patriarcal, nace, se fomenta en la familia, se reafirma en las escuelas y se refuerza por los medios de comunicación.
9 de cada 10 casos de feminicidios en México son cometidos por un varón, cercano a la familia.
Luego entonces, la eficacia de atacar al problema no se reduce a descalificar reclamos o calificar su procedencia en una división ideológica. Menos con el aumento de penas.
Los especialistas hablan de la urgencia de trabajar en un cambio cultural, desde la familia, a la puesta en valor del género femenino, que deben comprender los hombres, y quizá en este sentido, el primer trabajo debe ser enfocado a hacer entender a los políticos, cuál es el fondo del origen del feminicidio.
O por lo menos, así me lo parece.