Por Valentín Varillas
Echado pa´delante, Abraham Quiroz le declara a la revista Proceso que el actual gobierno del estado no se apega a los postulados del Movimiento de Regeneración Nacional en su actuar.
Su opinión, por supuesto, es tan válida como la de cualquier ciudadano que tiene un punto de vista sobre el desempeño de sus autoridades.
Sin embargo, en los hechos resulta una lástima que el señor Quiroz critique lo que no se atrevió a hacer cuando fue candidato de ese partido al gobierno estatal en el 2016.
Y es que, más que un férreo opositor, el académico terminó siendo cómodo, muy cómodo para el morenovallismo.
Ausentes en su discurso, estuvieron temas como el asesinato del niño indígena José Luis Tehuatlie Tamayo en Chalchihuapan, los abusos en el cobro del agua y fotomultas, las fallidas obras de relumbrón llevadas a cabo por RMV y sus aliados.
No se animó tampoco a entrarle de fondo al tema de la manipulación de las instituciones del estado para fines personales, lo que llevó a la persecución jurídica y el encarcelamiento de activistas opositores a proyectos gubernamentales, además de los muy lucrativos negocios que descaradamente se llevaron a cabo, al amparo de la corrupción en el servicio público.
Toda esta radiografía del morenovallismo, tenía un potencial electoral enorme para el abanderado de Morena y su uso en el diseño de la campaña de Quiroz era un asunto de elemental congruencia.
El candidato y sus propuestas jamás prendieron, cuando ya se dejaba sentir en otros estados, con toda fuerza, el fenómeno de arrastre de Andrés Manuel López Obrador.
Eran los tiempos de la génesis del Movimiento de Regeneración Nacional como la mayor fuerza opositora en el país.
De haber seleccionado a un perfil cuya imagen fuera más acorde a los criterios de rentabilidad electoral y al discurso combativo y contestatario de Morena, la elección en Puebla pudo haber sido histórica para las huestes de AMLO.
Sin duda, el paso de Abraham Quiroz por la candidatura de Morena dejó un tufo apestoso de infiltración oficial, una mancha indeleble al prestigio de alguien que pudo haberle dado mucho más, no únicamente al partido del que fue abanderado, sino a la prácticamente nula oposición poblana, urgida de espacios y de congruencia.
Al Sr. Quiroz le está pasando lo mismo que a algunos ilustres “personajes” del PRIAN, que hoy demandan y señalan con dedo flamígero, lo que ellos fueron incapaces de hacer o resolver cuando tuvieron la oportunidad.
“El que las hace no las consiente”-dice la cada vez más avezada sabiduría popular.
