Por Rodolfo Rivera Pacheco
2020 comenzó con un debate que pretende involucrar a toda la sociedad y que tiene mucho de manipulación y desconocimiento por parte de un enorme porcentaje de la propia gente. El tema es la denominada “autonomía universitaria”.
Veamos el contexto y después un muy breve análisis.
A finales de diciembre del año pasado, la Auditoría Superior del Estado, órgano que depende del Congreso del Estado y que trabaja en concordancia con la Comisión Inspectora del mismo, pero que es “autónomo” en sus determinaciones, inició un par de Auditorías a la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
Recuerdo bien que el Rector Alfonso Esparza lo informó y dijo que le parecía extraño que se iniciaran dos auditorías sin previo aviso y una de ellas “in situ”… pero jamás escuché que dijera que las auditorías eran algo ilegal. Como Rector y Contador de tantos años, lo primero que habría señalado es que se estaba cometiendo una ilegalidad flagrante pero no lo hizo así. Y eso fue porque la BUAP SÍ puede ser auditada por la Auditoría Superior del Estado y en años anteriores sí ha entregado todo lo que se le ha solicitado.
Por supuesto, la mayor parte de los recursos que recibe la BUAP son de fondos federales para las Universidades. Y por esa razón ahora los Abogados y Contralores de la BUAP argumentan que solo la Auditoría Superior de la Federación puede auditarlos. Y tienen razón. Pero eso no obsta para que la ASE (del Estado pues), pueda también revisar algo de sus finanzas, en primera porque la BUAP sí recibe recursos del Estado de Puebla (existe, trabaja, recibe Campus en el Estado y gracias al Estado) y en segunda porque usa RECURSOS PÚBLICOS en general.
Pero el debate en estos primeros veinte días de 2020 ha sido que las autoridades universitarias han revivido el tema de la “Autonomía” para defenderse de lo que ahora consideran una ilegalidad, o sea que les auditen sus finanzas.
Creo que las auditorías estrictas a las Universidades Públicas en este país es uno de los asuntos urgentes de implementar, ante los abusos que todos conocemos por parte de no pocos de sus Rectores, quienes han hecho negocios fabulosos con el dinero que reciben de subsidio gubernamental. Por solo poner un ejemplo, la mentada “estafa maestra” de Rosario Robles se implementó justamente con la malversación de recursos destinados a Universidades públicas, enriqueciendo a algunos bribones entre los que destacaron Rectores y funcionarios federales.
Sin embargo, ahora resulta que como las Universidades son “Autónomas” no se les puede exigir cuentas del dinero que reciben (miles de millones de pesos) y proveniente de nuestros impuestos.
Entonces ¿La “Autonomía” significa que las Universidades son territorios sin ley en los que no pueden ser molestados sus Rectores, cuasi Faraones que manejan a su antojo los recursos públicos que reciben cada año?
Perdón, pero eso NO es la Autonomía Universitaria.
Los movimientos por la Autonomía de la Universidad Pública son muy añejos en este país y en el mundo. Y aparecieron desde los inicios del siglo pasado para defender en primer lugar la libertad de cátedra de los Profesores (ningún profesor puede ser reprimido por la autoridad por el contenido de sus materias que imparte, aún cuando sean críticas a un gobierno establecido), pero sobre todo para dejar claro que son los universitarios los que deciden quién los dirige (quién es su Rector y administración) y su propia organización académica.
La lucha por la Autonomía surgió para que hubiera libertad de pensamiento y libertad de administración académica en las aulas de la Universidad Pública. Pero NO para establecer territorios sin ley y donde no se respeten las normas jurídicas de un Estado establecido.
La Autonomía NO existe para permitir delitos dentro de las Universidades, pues. Ni tampoco significa que sus autoridades NO tengan que rendir cuentas del dinero público que reciben. Punto.
Francamente creo que el Rector Alfonso Esparza debe defender la Autonomía para otras cosas y está en su legítimo papel. Pero también debe reconocer que las finanzas de la BUAP pueden y deben ser auditadas por los órganos de fiscalización, tanto federales como estatales.
Creo sinceramente que si no se hubiera hecho tanto escándalo mediático con el pretexto de la defensa de la autonomía, muy bien podría haber salido adelante en cualquier proceso fiscalizador, porque él mismo ha repetido que todo está en orden. Y hasta hubiera quedado como un autoridad transparente a la que hasta se le hubiera pedido disculpas.
Pero ocurrió lo contrario. Dice que la Auditoría que le realiza el órgano fiscalizador estatal es ilegal, es arbitraria y atenta contra la Autonomía (cuando en realidad la autonomía nada tiene que ver en esto, como ya repetimos). Entonces ha provocado que lo que se piense es que no quiere que lo auditen porque sí hay irregularidades. Era elemental.
Honestamente pienso que el nuevo Auditor Superior del Estado, Francisco Romero Serrano, no hubiera iniciado absurdamente algo ilegal o sin sustento en las normas existentes. Él es quien salvaguarda la estabilidad de toda institución pública en el ámbito de sus finanzas. Si inició auditorías a la máxima Casa de Estudios en Puebla es porque sabe lo que está haciendo.
Y si el Rector y sus asesores legales sostienen lo contrario, pues entonces estamos ante una controversia que lo único que va a provocar es que una tercera instancia determine qué es lo conducente y ahora todos estaremos pendientes, como jamás lo habíamos hecho, de cómo se manejan los recursos en la BUAP. Porque son miles de millones.
Ha habido demasiados abusos en las Universidades Públicas de todo el país, como en tantos otros temas. Ya es hora de aclararlos.
Pero por favor, la mentada Autonomía no tiene nada que ver en esto. La opacidad tiene que ser combatida en cualquier entidad que use nuestro dinero… de los tontos que pagamos impuestos.
Y que los partidos políticos ni se metan en donde nadie los llama con afanes del 2021, porque ya hay varios chistositos que quieren agarrar la bandera de la autonomía cuando jamás en su vida la habían conocido ni mencionado.