Por Valentín Varillas
Una sola encomienda recibió el morenovallista Guillermo Aréchiga, en la coyuntura de la elección extraordinaria del pasado domingo: que su distrito, el 9 federal con cabecera en la capital del estado, se ganara de manera contundente como contrapeso efectivo a la “ola azul” que ya se anticipaba, pegaría en la ciudad de Puebla y municipios conurbados.
Para lograr el objetivo, nadie escatimó en darle al “Profe” los elementos necesarios, deseables, para llevarse un triunfo electoral.
Recursos materiales y humanos fueron provistos de sobra, gracias al apoyo absoluto, valioso e incondicional de Rafael Ochoa Guzmán, uno de los personajes más cercanos a Elba Esther Gordillo que además goza de una enorme influencia y capacidad de acción en el mundo del magisterio nacional.
Fue en su momento secretario del Comité Ejecutivo Nacional del SNTE cuando la maestra era la dueña absoluta del sindicato y ahora es parte de la dirigencia de la asociación Maestros por México, que pugna por el regreso de Elba Esther a la cumbre de la representación sindical, gracias a las magníficas relaciones que tienen con el gobierno de López Obrador.
Apenas en mayo pasado, Ochoa Guzmán puso a disposición de Aréchiga toda su capacidad de movilización y operación para que éste se luciera ante Miguel Barbosa y le organizara un magno evento en donde se calcula asistieron poco más de 8 mil docentes poblanos.
Haciendo un lado su apretada agenda y para darle un importante espaldarazo a “su muchacho”, hizo acto de presencia en el mitin, subió al templete y gustoso selló pactos y acuerdos con el candidato de Morena al gobierno estatal.
Lamentablemente para Aréchiga, toda esta parafernalia no pudo traducirse en votos contantes y sonantes.
Se quedó corto, cortísimo en su encomienda de sumar la joya de su distrito a la corona de ganador de Barbosa.
El ridículo fue monumental.
La coalición de partidos encabezada por Morena obtuvo apenas 39,455 votos contra 65,499 de Enrique Cárdenas.
26 mil votos le faltaron, apenas para quedar a mano.
Nada que ver con los más de 90 mil que obtuvo en la elección a la diputación federal apenas el año pasado.
Sí, cuando él iba directamente en la boleta y no tenía que operar a favor de un tercero.
La estrategia falló de manera rotunda y los números no dejan lugar a dudas.
El tema Aréchiga podría interpretarse, simplemente, como el de uno más de la larga lista de quienes le quedaron mal a Miguel Barbosa como aliados estratégicos en la batalla política más importante de su vida.
Sin embargo, en este caso en específico, el docente se jugaba su boleto para ser considerado como uno de los favoritos, dentro de los perfiles que se analizan para llegar a la Secretaría de Educación Pública en la administración que empieza el próximo 1 de agosto.
Sus aspiraciones, por lo pronto y después de los resultados del domingo, han quedado heridas de muerte.