Por Abel Pérez Rojas
“Es indispensable regresar a lo básico
y a lo esencial para ser felices”
Regresar a lo básico, a lo sencillo y a lo esencial que se pierde en el trajín diario es pieza clave para avanzar en nuestra búsqueda de la felicidad, pese a que nuestra concepción de ésta esté en constante cambio.
No obstante de que hay estándares en torno a la felicidad en los cuales se han puesto de acuerdo muchos pensadores, investigadores e instancias internacionales, siempre está latente que ésta es relativa a la experiencia de vida de cada persona y a la construcción social de cada cultura.
La felicidad es un estado de ánimo, es satisfacción, es cubrir las necesidades básicas de las personas y avanzar en la autorrealización.
También es cierto que la felicidad es un estado mental producto del enmarañado funcionamiento cerebral y bioquímico.
Ante la complejidad del tema y en vista de que nos compete a todos, es vital en lo individual estar en una situación permanente de reflexión y meditación de lo que hacemos en el día con día, para que las preocupaciones y los múltiples distractores no acaben dispersándonos.
Por otro lado, en lo social es necesario hacer visible lo que está frente a todos y trabajar arduamente para que la búsqueda de la felicidad no quede en buenos deseos.
Parece obvio lo que te vengo compartiendo, pero no es así, tan no es así que la Organización de las Naciones Unidas desde el 2013 conmemora cada 20 de marzo el Día Internacional de la Felicidad, como “reconocimiento del importante papel que desempeña la felicidad en la vida de las personas de todo el mundo”.
Regresando al ámbito de la búsqueda personal, es clave tomar consciencia que somos presa de manipulación y conducción por parte del sistema y de quienes mueven sus hilos a su antojo.
También es necesario darse cuenta que somos fácilmente absorbidos por las preocupaciones y las cosas superfluas, por todo aquello que nos aturden los sentidos y nos colocan en una autopista de alta velocidad de la mal llamada “cultura” del consumo.
Regresar a lo básico es hacer la mayor cantidad de respiraciones de manera consciente, es bajarle a nuestras prisas, es disfrutar de los espectáculos gratuitos de la naturaleza, es dialogar más y discutir menos, es reducir nuestro tiempo de conexión a los dispositivos móviles y más conexión con la vida.
Precisamente reflexionando en torno a todo esto escribí recientemente un poema que titulé “Sin dueño ni amo”. Aquí te lo comparto porque estoy seguro que abrirá otras brechas sobre las cuales puedes continuar la reflexión en torno a este tema:
Tirado al piso,
en medio del bosque
miré las estrellas,
comprendí mi pequeñez
y la voz de mi uña izquierda.
Asimilé la interconexión,
la sincronía de las historias,
la concurrencia de senderos
y el sudor honesto.
Perdoné lo que había que exonerar,
deshice nudos,
solté cadenas
y amé más a las lombrices.
Escuché en mi oído interno
esa voz tantas veces ahogada,
amordazada por el exceso
de pan y circo,
por la carencia de prudencia
y el colmo de jolgorio político.
Tomé consciencia del pasto,
del fresco rocío,
del aroma a jazmines y limones,
de reflexionar libremente,
de no tener dueño ni amo,
de mirar aquella noche de luceros,
de saber que todo comenzó
el día que dije adiós a lo que corrompe,
cuando suplí lo que estorba
por una cama de pasto,
ojos infantes y espíritu aventurero.
Parece utópico lo que te comparto, pero hoy en día hay diversos movimientos mundiales que están regresando a lo básico para impulsar la felicidad de las personas, por ejemplo: el barefooting o descalcismo, la comida lenta o slow food, el turismo verde, entre otros tantos que cada vez tienen más participantes de todas las nacionalidades.
¿Qué te parece?
Vale la pena darse cuenta, vale la pena intentarlo.