Por Jesús Manuel Hernández
Sólo quienes han vivido la historia política de Puebla en las últimas cinco décadas entenderán las fuertes raíces del por qué el rector de la Universidad Iberoamericana de Puebla, Fernando Fernández Font, ha pedido que lo más sano para los poblanos es repetir las elecciones con diferentes candidatos.
Don Fernando sólo ha recogido el sentimiento de preocupación derivado de la división social en muchos de sus nichos.
La UPAEP ha hecho lo propio, días antes a la declaración del rector de la Ibero divulgó la encuesta donde el 76 por ciento de los poblanos considera que hubo fraude electoral, es un porcentaje muy elevado.
A lo largo de varias décadas Puebla se ha visto marcada por la división, por los “ismos”, por las confrontaciones universitarias, ideológicas en muchos casos, de lucha de poder en otros, y los resultados no han sido positivos ni para los habitantes, ni para la generación de riqueza y menos para los triunfadores que han sido desplazado y tratados por igual cuando dejan el poder. Hay gobernadores que no pueden caminar a solas por el zócalo.
Luego entonces, la confrontación entre el morenovallismo y el antimorenovallismo asoma en el conflicto post electoral, gane quien gane.
De recibir el triunfo Martha Erika, los antimorenovallistas no cejarán en presionar y los “magníficos” empresarios saldrán a la palestra a defender el triunfo, mientras otros, los trabajadores, los campesinos, los defensores de los presos políticos, los endeudados del agua potable, los que han padecido la Ley Bala, la expropiación, el abuso, la prepotencia, etcétera, estarán en contra del gobierno.
Y si el triunfo fuera para Barbosa Huerta, los segundos lo defenderán y los primeros lo atacarán y se volverán a vivir tiempos de confrontación entre la iniciativa privada y el gobierno.
El escenario no se antoja bueno para nadie, la ingobernabilidad está a la puerta en cualquiera de los dos casos.
Luego entonces, una nueva elección, con otros candidatos, dará frescura, permitirá asentar ánimos y como diría don Alfredo Toxqui: “cancelar odios y rencores”.
O por lo menos, así me lo parece.
