24-11-2024 01:02:44 PM

¿Plan B?

Por Jesús Manuel Hernández

 

Los estrategas de Ricardo Anaya y Pepe Meade están en el filo de la navaja, mientras Andrés Manuel, continua la campaña sin menoscabo.

El tema central ha sido aumentar los señalamientos de quién es más corrupto, quién ha protegido más la corrupción y la impunidad.

En ambos casos se intensificó el tema del llamado “plan B” como alternativa para desechar al candidato actual y pronunciarse por uno que no tenga tanta cola que le pisen.

Meade ha tenido que sortear con muchos puntos negativos, sobre todo los que le deja en el camino el presidente Peña Nieto, sumados a los bagajes internos del partido que como que, si lo coopta, pero como que no lo protege.

Meade ha tenido que echar mano de la vieja guardia, sumarla a la nueva, donde los jóvenes sobresalen y presentarse como un candidato renovado a quien no le asusta el tema de la protección a la corrupción, un asunto por demás radicado en Rosario Roble, quizá en el papel de “chivo expiatorio”. En los últimos días la percepción de cambiar de candidato ha desaparecido.

Por otra parte, a través de dos importantes periódicos nacionales Ricardo Anaya ha sido objeto de denuncias sobre el presunto lavado de dinero a través de compañías inmobiliarias; la principal televisora del país no ha sido ajena a la campaña de desprestigio. Y tan ha podido el tema, que los analistas nacionales observan que Anaya se está desplomando, no crece más, y sí reduce su aceptación, con lo que en los grupos panistas se advierte que aún es tiempo de cambiar de caballo y recurrir al “plan B”.

Con la siembra de esta tesis, los estrategas del Frente se topan con un obstáculo no contemplado, Anaya presumía de honestidad y resulta que también está manchado de corrupto, o por lo menos, esa es la percepción que está dejando entre los electores.

De ser así, Meade ciertamente está poniendo en práctica un “plan B”, pero no para relevar al candidato, más bien para retomar posiciones rumbo al segundo lugar y desde ahí iniciar la guerra contra López Obrador, que pese a “Napito”, Elba Esther y demás relaciones peligrosas, sigue tan campante.

O por lo menos, así me lo parece.

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